José Manuel Ferreyra Leclere, de 50 años de edad, abre la puerta de su taxi Toyota rojo modelo 91 y acomoda su silla de ruedas al lado del asiento del conductor. Con sus robustos brazos se impulsa al interior y luego aprieta un botón de la silla y le saca una de las ruedas, luego la otra y después mete todo en la parte trasera del auto.
Son las 12:15 del miércoles 3 de abril y José Manuel sale a almorzar luego de media jornada de trabajo en la Subalcaldía de la zona Sur de La Paz en la calle 12 de Obrajes. Enciende el coche, acomoda la caja automática y parte por la avenida, con dirección a su vivienda.
Hace 48 años sufrió poliomielitis, enfermedad contagiosa que afecta al sistema nervioso y que puede causar parálisis. En su caso, pese a estar vacunado, quedó paralítico y desde entonces se moviliza en silla de ruedas y aparatos ortopédicos. Pero, además, también lo hace en automóvil.
“En un principio yo no me podía sentar, siempre estaba echado; entonces mi familia hizo un esfuerzo y me llevó a Brasil (cuando tenía tres años) y ahí me han hecho recuperar, ya podía sentarme”, recuerda.
Su estado físico no le impidió avanzar y poco a poco afianzó su independencia para movilizarse. Así, a sus 16 años aprendió a conducir, aprovechando que su madre pasaba clases con un instructor, y aprobó el examen en la Unidad Operativa de Tránsito de La Paz que le otorgó un permiso para que pudiese conducir desde su casa hasta el colegio. Al igual que ahora, su vehículo era un Toyota con caja automática.
Poco a poco ganó práctica y consiguió una licencia particular que le permite conducir por cualquier parte de la ciudad. Eso sí, el suyo no es como cualquier auto, tiene una adaptación especial que permite manejar el carro sin utilizar las piernas.
Una palanca bajo el volante está conectada al freno y al acelerador. Mientras conduce con la mano derecha, la izquierda la usa para activar el mecanismo de la palanca. Si jala, el carro acelera; si empuja, frena.
El aparato le costó 300 dólares en 1979 y lo pidió a una empresa de Estados Unidos. Se enteró de su existencia por medio de una mujer que también conducía un carro con ese mecanismo. Actualmente la adaptación cuesta unos mil dólares.
Es importante tener un carro con caja automática, así el conductor se olvida del embrague.
“Somos varios los que manejamos así, yo conozco a unas siete u ocho personas, quién sabe si son más”, cuenta Ferreyra, quien en su motorizado parece un conductor cualquiera; sin embargo, cuando baja del vehículo más de una persona se asombra.
Recuerda que en más de una ocasión ha tenido que explicar con detalles a los policías cómo ha conseguido su licencia de conducir. “Cuando me parqueo en algún lugar prohibido o me quedo plantado vienen y les digo que soy así y me miran como bicho raro. Qué pensarán, no tengo idea”, comenta.
Licencia de conducir
Obtener la licencia de conducir no fue tarea sencilla. Primero consiguió un permiso condicionado, luego tenía que renovarlo cada mes y cuando optó a la licencia particular rindió un examen en el que tuvo que manejar su vehículo por varias calles acompañado de un policía de Tránsito. “Además tenía que esperar la buena gana del oficial”, recuerda.
Pero cumplir con los trámites para la licencia fue sólo una de las tantas dificultades que tuvo que encarar. Cada día representa una verdadera carrera de obstáculos, debido a que la ciudad no está diseñada para personas con discapacidades físicas a pesar de la normativa municipal y nacional que así lo exigen.
Incluso tuvo que dejar de estudiar Bioquímica, en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), debido a que no lograba llegar a tiempo a sus clases.
“Había clases en el tercer piso y subir las gradas para mí es muy difícil; también tenía clases en distintos edificios y los horarios eran pegados, hasta llegar al otro edifico pasaban 15 minutos; entonces me perdía la mayor parte de las clases”, añadió.
José Manuel está casado desde hace siete años, además de su trabajo es jugador y coordinador el equipo nacional de handball en silla de ruedas.
En 2010 formó parte de la representación boliviana que enfrentó a Brasil, Chile y Argentina. Aunque se moviliza por las calles de La Paz en su pequeño automóvil, el camino no está allanado para él ni para el resto de la población con capacidades diferentes, pues aún las calles y las aceras son obstáculos.
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