La calle Illampu, en la ciudad de La Paz, casi siempre está llena de turistas y de tiendas que comercializan artículos para viaje o recuerdos típicos del país, además de restaurantes de comida italiana y árabe, entre otras especialidades.
En medio del ajetreo de la gente y de los vehículos que circulan hacia el mercado Rodríguez o a la plaza San Francisco sobresalen, entre la Santa Cruz y Sagárnaga, unas bolsas con plátano frito, haba cocida, chancaca y maní en sus distintas variedades: en barra, salado, dulce, con miel... Es el reino de doña Francisca.
A Doña Pancha, como la conocen todos sus clientes y amigos, se la suele hallar sentada en un banquito de madera detrás de un pequeño mostrador de vidrio y de una balanza que usa para comercializar sus productos alimenticios.
Mucho de su tiempo se la pasa escogiendo maníes. “Es que se deben separar los maníes grandes de los medianos, porque si no, no cocerán igual”, explica la vendedora.
Doña Francisca Chuquimia viuda de Zabala recuerda que incursionó en esta actividad hace un poco más de dos décadas, cuando se decidió por comercializar maní con cáscara en la zona El Rosario, de la sede de Gobierno.
“Llevo más de 20 años en este negocio. Antes vendía maní con cáscara, que llegaba de Sucre, entonces he tenido la idea de expender maní pelado, luego he hecho maní salado, dulce, tostado, soya, todo eso me he inventado hacer”, afirma con orgullo la mujer de dientes de oro.
Antes de incursionar en este negocio comercializaba sombreros, “después me he dedicado al maní”, añade, información con la que uno puede explicarse por qué en el fondo todavía se encuentra un mostrador donde se exhiben varios sombreros borsalinos para chola paceña.
En ese instante, Wilfredo Pedrozo se acerca al puesto de venta para pedir a la ayudante de doña Pancha dos bolsas con maní salado. “Compro ocasionalmente, a veces también para los fines de semana, cuando hay visitas, y les gusta”, asegura este asiduo “caserito” de doña “Panchita”.
“Antes, estos maníes se pelaban a mano, se remojaban dos noches y después se podía quitar la cáscara. Ahora ya hay máquinas que los pelan”, cuenta Francisca, mientras vigila que haya cambio para los clientes que llegan a cada rato al negocio.
Para mantener la tienda, Francisca debe viajar a otras ciudades del país con el fin de adquirir sus productos. “El mejor maní es de Sucre, el otro bueno es de Yacuiba”, dice doña Pancha, quien agrega que también se debe trasladar a Tarija y a Villazón por pasas, y además le traen almendras de Cobija. “Yo no viajo a Pando porque es muy difícil ir hasta allá”, explica.
Entre los demás alimentos que comercializa están el ajonjolí, que le llega de Argentina, y la linaza, que la compra en la ciudad de Cochabamba.
Una de las novedades de la tienda de doña Pancha es el maní bañado en miel, que lo elabora desde hace aproximadamente tres años. “Se hace hervir la miel y luego se echa el maní, pero se tiene que saber calcular el punto de cocimiento para después vaciarlo”, advierte.
La especialidad de su negocio son los maníes en barra. “Hay que hacer hervir la miel, después se debe machucar el maní para meterlo en la olla, se debe ver que esté en su punto, se lo lleva a una plancha y se lo corta en rectángulos”, explica doña Francisca, quien vende el producto a uno y dos bolivianos.
“Los fines de semana llevan más el maní salado, que tiene aceite y sal. Me compran eso principalmente para cumpleaños, promociones, fiestas de 15 años, matrimonios y como bocaditos”, detalla la señora.
El maní en barra es delicioso, pues su sabor combina el dulce con lo pastoso, lo que hace que incluso se vuelva adictivo. Entre los varios clientes que se acercan a este puesto está una pareja de paceños que reside en Santa Cruz hace varios años. “Cada que llego a La Paz me llevo maní, pero en más cantidad, porque es más rico y más barato”, relata Margarita, quien adquiere dos libras de este alimento.
“A mí me gusta el haba y la arveja. Al ver la televisión nos dedicamos a comer”, revela Felipe, quien junto a su esposa llegó después de un año a la sede de gobierno.
Durante la Alasita, doña Pancha tiene su puesto de venta en el Parque Urbano Central (PUC), donde comercializa confite que trae de Potosí. “A la Alasita llevo más confite, poco maní; las señoras de la zona Sur llegan para comprar”, dice.
En medio de la entrevista hace una revelación. “En La Paz se puede hacer chicha”, asevera. Y es que comercializa también el wiñapu (maíz seco triturado), que es la materia prima para preparar esta bebida.
“Se necesitan al menos diez días para preparar la chicha, porque tiene que macerar, entonces se destapa y ya está”.
“A las personas que me compren el wiñapu (de Punata) yo les voy a indicar cómo se hace la chicha”, ofrece entre risas esta vendedora que se ha constituido en un personaje especial de esta zona turística, y quien se puede enorgullecer de ser llamada la “reina del maní”.
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