martes, 10 de julio de 2012

Inventores bolivianos, los “quijotes de la ciencia”

En el campo de la ciencia y la tecnología, Bolivia parece ser el patio trasero del mundo, pues las posibilidades e incentivos para desarrollar profesionalmente estas áreas son exiguas.

Sin embargo, hay excepciones que sobresalen basadas en esfuerzo y capacidad extraordinaria, y para reconocer el mérito personal y aislado de algunos de estos emprendedores, el pasado 19 de junio la Comisión de Educación y Salud de la Cámara de Diputados distinguió a 21 inventores bolivianos por sus hallazgos y creaciones.

Desde rompecabezas tridimensionales esféricos, pasando por instrumentos musicales, traductores multilingües, escuadras mágicas, robots humanoides, tapas cigarrilleras, cocinas solares, lentes inteligentes para ciegos, rábanos gigantes y técnicas para la conservación de cadáveres, hasta segadores de granos, entre otros, los bolivianos sobreponen la imaginación y el talento a las limitaciones e inventan cosas sorprendentes.

Ser inventor en Bolivia implica una “labor quijotesca”, casi nunca visualizada ni reconocida. No obstante, el mes pasado se distinguió a 21 de los más destacados profesionales.

“Nos dimos cuenta que los inventores bolivianos, que son multifacéticos, están en el anonimato, por lo que decidimos otorgar a algunos una distinción especial en el grado de honor al mérito. El acto se realizó con la venia del presidente Evo Morales y de la presidenta de Diputados, Rebeca Delgado”, señaló el diputado Ángel David Cortés.

Precursora

Desde niña, Ana María Pérez Mollinedo fue una apasionada de la ciencia, las plantas y los experimentos. Por eso a nadie le extrañó que ya grande se dedicara a la química pura y que a la fecha tenga ya registrados 38 inventos y cuatro innovaciones tecnológicas de su autoría, además de ser la principal impulsora de que se declare al 23 de abril como el Día del Inventor Boliviano.

Ana María ubica sus inicios en esta actividad cuando muy pequeña aprendió a amar las plantas y poco a poco implementó en su casa un laboratorio en el que ponía a prueba los experimentos que sus profesores le enseñaban en el colegio.

Su primer invento fue el “pensol”, un abono que creó a los nueve años para mejorar la producción de las flores pensamiento que crecían en el jardín de su padre. “Ya no me acuerdo todo lo que le puse. Tenía estiércol de conejo, borra de café y plantas secas. Las flores crecieron como manos”, comenta divertida. Desde entonces nunca dejó de experimentar e innovar.

Hace algunos años desarrolló una nueva técnica para estimular el crecimiento de los rábanos y obtener ejemplares gigantes de esta especie. Logró que sus plantas crecieran hasta dos metros y que los rábanos contengan una mayor cantidad de nutrientes, así como un número mayor de semillas y una raíz polícroma que, hasta entonces, no se había visto en Bolivia.

También logró mejorar la calidad de las caléndulas, flores con propiedades medicinales antiinflamatorias utilizadas principalmente en la cosmética. Sus últimos aportes son relativos a la producción de nuevas variedades de papa.

Pero no se quedó ahí; escribió el libro Inventos e innovaciones de la ciencia, que mereció el Premio Gourmand. Además, es autora de Antecedentes históricos sobre inventos y patentes en Bolivia, un texto de consulta de distribución gratuita que recoge toda la información sobre los inventos realizados por bolivianos.

Algunos inventos

Mario Guzmán Ortiz descubrió su interés y su pasión por la energía solar en 1961. Apenas egresado de la universidad, se acercó al Laboratorio de Física Cósmica para estudiar todo lo referido al aprovechamiento de esta fuerza natural.

“En ese tiempo prácticamente no había bibliografía al respecto y la energía solar no era más que una curiosidad de laboratorio. El director del laboratorio, Ismael Escóbar, me guió y me proporcionó material a partir del que elaboré el primer documento en Bolivia que habla de energía solar”, comenta.

El resultado de sus estudios y experimentos fue la primera cocina solar de Bolivia y probablemente de Latinoamérica. Este artefacto sigue el mismo principio de una caja térmica, invento que se atribuye a los egipcios de hace 5.000 años.

Se trata de un recinto herméticamente cerrado y cubierto con vidrio, en cuyo interior se genera una temperatura dos o tres veces superior a la temperatura ambiente, produciéndose así el famoso fenómeno del “efecto invernadero”.

La caja-cocina de Guzmán cuenta con varios espejos destinados a captar el calor del sol. Junto a su esposa, la ya fallecida Gloria Meneses, ensayó toda clase de menús que preparó en su cocina solar; inclusive llegó a hornear panes, queques y bizcochos.

Con los años, su invento se fue modificando y mejorando. El último modelo de esta cocina, a diferencia de los anteriores, puede abrirse por completo; los espejos poseen un sentido de orientación mejorado para concentrar la radiación solar y cuenta con una piedra pizarra en la base que actúa como una masa térmica; incrementa el calor y logra que se mantenga por más tiempo.

Otro destacado inventor boliviano es Eduardo Bayro, quien desarrolló un sistema de navegación para operar tumores cerebrales, construyó un casco para guiar no videntes y perfeccionó prótesis de manos y pies inteligentes para minusválidos.

Recientemente construyó el humanoide Mexone, un robot de 105 centímetros de alto, que fue considerado el más importante de su tipo en Latinoamérica debido a sus características, aplicaciones y por su reducido costo. Bayro, que reside en México, es doctor honoris causa por la Universidad Mayor de San Andrés.

“Nos dimos cuenta que los inventores bolivianos son multifacéticos. Existen prácticamente en el anonimato”.
Ángel David Cortés, diputado.

“Mi primer invento fue un abono para agigantar las flores de los pensamientos que se llamaba pensol”.
Ana María Pérez, inventora.

“Cuando se prepara la comida, hay que mover la cocina cada hora, siguiendo el movimiento del sol”.
Mario Guzmán, inventor.

Inventos bolivianos
Curricula Según el diputado Ángel David Cortés, la información sobre los inventos bolivianos podría ser incluida en la currícula escolar el año que viene. Actualmente, el libro Antecedentes históricos sobre inventos y patentes en Bolivia, de Ana María Mollinedo, es un texto de consulta de distribución gratuita.


Inventores Marco Arellano inventó el método de obtención de ácido acético a partir de alcohol etílico; Andrés Trepp del Carpio, los colectores solares planos; Daniel Echazú, una segadora de granos; Hugo Mobarec, un nuevo tipo de cemento asfáltico; Elmer Flores inventó un rompecabezas tridimensional esférico; Ernesto Cavour innovó e inventó instrumentos musicales; Iván Guzmán de Rojas inventó el primer traductor multilingüe; Martha Azero, la escuadra mágica Tecnimod; Fernando Oblitas, una tapa cigarrillera, y Edgar Arené inventó una nueva técnica de conservación de cadáveres.

2 comentarios:

  1. fui presidente de la asociacion de inventores de Cbba y nunca encontramos apoyo.

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  2. lei en la revista a cerca de la Sra inventora ana maria perez,es chistoso que ella mejore las plantas cuando ya todo esta hecho, yo le demuestro sacar verduras sin ningun tipo de quimico ni mejorado en laboratorio ninguna planta si hablo lo digo con conocimiento ella se hace la burla de la naturaleza para mi ella solo es un intelectualoide

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