domingo, 20 de diciembre de 2015

Virtuosa artesanía de La Paz se refleja en fiesta de Navidad

Paciencia, dedicación, esmero, pero sobre todo respeto por los santos, es la característica de la familia Santander, que por tres generaciones, restaura imágenes en su taller ubicado en San Antonio Bajo de la ciudad de La Paz. Desde hace un par de meses, no deja de recibir niños que representan a Jesús, para rehabilitarlas, a propósito de la proximidad de la Navidad.

La madre, el hijo y el abuelo (que en paz descanse este último) se esmeran por realizar trabajos a la perfección. Tienen una preciada joya en su taller, la Virgen Dolorosa, imagen a quien le elevan rezos y la llevan a misa, pues ella es la principal testigo del trabajo que realizan a diario sus habilosas manos, ella también es quien les ilumina el camino de la creatividad a seguir.

TALLER DEL MAESTRO

Con el sonido melodioso de una pianola del siglo pasado, un altar blanco preparado para el nacimiento del niño Jesús y las imágenes del padre San Francisco (primer hombre en la tierra que armó un pesebre en honor al niño Jesús) fue recibido EL DIARIO en el taller del talentoso artista y restaurador empírico Salvador Quispe (hijo de Mary Santander y nieto de Samuel Santander). El sitio no es sólo un taller, sino un espacio sacrosanto que cobra valor religioso por sí mismo.

Quispe, quien nació en cuna de artistas restauradores, siguiendo el legado de su madre y abuelo Santander, ahora en el taller se encarga de recibir las incontables imágenes dañadas a las cuales debe reparar, en algunos casos pieza por pieza y en otros basta sólo un toque de pincelada.

Debido a la cercanía del 24 de diciembre, día donde en el calendario católico se recuerda el nacimiento del niño Jesús, salvador del mundo, el joven Salvador viene recibiendo cantidad de niños elaborados con variados materiales a los cuales debe restaurar materialmente, como compensa de la restauración que Dios hace con las vidas humanas.

“Vienen muchas personas, uno abre la caja de navidad y se encuentra con que el niño está partido y la gente trae a veces a última hora, pero hay que entender que el trabajo de restauración puede durar desde 24 horas hasta seis meses, por lo menos, todo depende de la gravedad del daño que tienen las imágenes", afirmó Quispe mientras sostenía en los brazos una de las imágenes.

Si bien en su taller se encuentran niños elaborados con materiales como cera, pasta de arroz, mármol, entre otros, para Salvador, todas tienen el mismo valor de importancia, ninguno es más importante que otro.

"Todos tienen una historia, cada uno es un mundo, ninguna pieza es más importante que otra (…) en mi vida pude conocer diferentes niños, todas son especiales, en lo particular pude conocer niños de cera que tienen un mecanismo de abrir y cerrar los ojos", afirmó mientras exponía al niño italiano de cera de 1910 el cual impresionantemente dormía en un cojín de color perlado al interior de un cofre y mientras el lente de EL DIARIO se aprestó para tomarle una fotografía, con un poco de ayuda de Salvador, el niño abrió los ojos cual ángel estuviera despertando y viendo sempiternamente.

De ahí que la familia Santander, en sus tres generaciones, comprendió que a cada objeto se lo debe tratar con el debido respeto porque se trata de piezas que cada persona le tiene fe, “no es idolatría, sino un canal que nos une con el Padre superior que está en el cielo".

En el taller de Santander antes de realizar algún trabajo de restauración, primero se eleva una oración, luego se empieza a separar por material las imágenes, después empieza el trabajo escrupuloso realiza con las manos, el pincel, la cera, yeso, pinturas, entre otros.

EL NIÑO QUE NO QUIERE RETORNAR

La vida le enseñó a comprender Salvador y su madre Mary Santander que existen niños que no quieren retornar con sus dueños por diferentes motivos, sea porque son tratados mal, o sólo los quieren hacer arreglar sin más propósitos, entonces aquellas imágenes se quedan en el taller.

¿Cómo saber que el niño no quiere retornar? Salvador explicó que existen técnicas para arreglar las imágenes, existen niños que requieren la misma metodología, pero en algunos por más que se intente, no se puede llegar a finalizar el trabajo.

“Primero se dificulta bastante, las técnicas que se usan son similares, pero en algunos casos no se puede igualar, sino que la pintura se arruina o se arruina la pintura del niño, le pasa accidentes y más, luego sus dueños o sus familias vienen lo ven y lo dejan por más días, otros ya no retornan, aquí en el depósito tenemos bastantes imágenes antiguas que fueron dejadas así, unas son prestadas a los museos", relató.

¿POR QUÉ RESTAURAR?

Mary Santander, parte de la segunda generación de restauradores, recibió en su taller una variedad de imágenes a las cuales las personas quieren restaurar sin importar la economía que se invierta, puesto que existen personas antes de cambiar al santo, prefieren hacerlos componer porque se trata de un legado invaluable que, por lo común, es de herencia.

"Unos me dice que su abuelita les dejó y quieren consérvalo, aseguran que el niño hace travesuras y que por eso a veces se descomponen", explicó.

De ese modo el conocido taller Santander en la zona de San Antonio Bajo Nro. 1925, impresiona con su ambiente rodeado de bellas artes, imágenes que van desde vírgenes, gatos, muñecas que miden desde 5 centímetros hasta más de un metro, también se evidencian esculturas de venados, objetos sacros, relojes y demás antigüedades.

Más de uno queda asombrado por la belleza del salón, donde también se siente el espíritu navideño debido a la presencia de detalles como árboles, focos de color y música del piano.

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