Desde hace cinco meses Roberto Lira (19) desarrolla un anhelo que se remonta a su infancia, cuando ayudaba a su padre, que es albañil. El joven está aprendiendo a trabajar técnicas tradicionales de albañilería en la escuela Taller de la Chiquitania que capacita a unos 70 jóvenes entre los 17 y 25 años de edad. Todos tienen algo en común; quieren dejar atrás el desempleo.
"Siempre me interesé por hacer esto, me llamaba la atención cómo se construían y preservaban los templos. Ahora ese deseo es una realidad, aunque hay muchas cosas que me restan aprender", dice un joven que participó anteriormente en la última refacción del templo de San José de Chiquitos.
Es que el proyecto, que arrancó en el 2007 y que tiene la finalidad de brindar formación en carreras técnicas para intervenir en el patrimonio cultural de cada región, ya ha capacitado a por lo menos 200 jóvenes en ramas como carpintería, albañilería, arqueología, jardinería y paisajismo, entre otras.
El fruto de las capacitaciones ya se percibe en las diferentes ramas y lo más satisfactorio es que además de formarlos para superarse económica y profesionalmente hacen que éstos puedan preservar y mantener vivas las características que hacen de esta región un patrimonio histórico y cultural del país y el departamento.
Se forman para surgir y preservar su cultura y potenciales. El taller de arqueología, por ejemplo, ya tiene el trabajo exclusivo de hacer los estudios o excavaciones arqueológicas en Santa Cruz la Vieja. "Este trabajo ya se ha hecho la anterior gestión y este año se está replicando de modo que los alumnos sean capaces de ser auxiliares de los arqueólogos profesionales, o que después puedan trabajar en otros proyectos arqueológicos", sostiene la coordinadora del proyecto, Shirley Céspedes.
Otro de los avances que cita la mujer corresponde al grupo de jóvenes que se capacita en albañilería. Bajo una dirección profesional, desarrollan la obra fina de la segunda fase de la iglesia de San Juan, en la comunidad de este mismo nombre. La obra está en un nuevo lugar, donde se ha reinstalado la comunidad, otrora situada en Taperas .
Otro de los proyectos que está previsto para este año consiste en obras de carpintería en la plaza de San Ignacio, así como otras intervenciones en las iglesias de San Javier y también en San Antonio de Lomerío. "En este municipio también se prevé trabajar en la cubierta del hospital municipal", dice Céspedes.
A su vez, el director de la institución, Félix Cruz, afirma que "si algo hay que destacar en la Chiquitania es su riquísimo patrimonio cultural, los jóvenes que se forman en la escuela lo hacen para intervenir en el patrimonio cultural y esa es tal vez la mayor satisfacción que tenemos", puntualiza.
El proyecto crece y beneficia. Además de resaltar los logros que se ha conseguido en beneficio de las 15 comunidades que abarca el proyecto, Cruz destaca que se están rompiendo los esquemas tradicionales de la formación técnica. "Ya hay varias damitas que se han graduado en carpintería y albañilería y también tenemos una lista de chicas que se están formando", manifiesta.
Elizabeth Dorado es una de ellas. La joven, que tiene 18 años y es natural de Roboré, no dudó dos veces en presentarse a la convocatoria que hizo su municipio para acceder a una de las becas. "Un profesor que vio mis habilidades en el curso de tallado me sugirió que participe y ahora estoy aquí. Es muy bonito porque te forman y confían en vos para que desempeñés y mostrés tus habilidades", manifiesta la muchacha que recién egresó de bachiller el año pasado. "Me gustaría ser una artista famosa en esta área, por supuesto, y también estudiar ingeniería forestal", apunta.
La certificación: un paso adelante. La iniciativa depende en gran medida de la cooperación española y el aporte de los 15 municipios que comprenden la Mancomunidad Chiquitana. Sin ese respaldo, este proyecto no hubiera sido posible ni siquiera en los sueños de los cientos de jóvenes que se capacitan.
Pese a ello, los coordinadores del emprendimiento no se conforman y por el contrario van por más respaldo.
Es que, según se explica, si bien la capacitación se sustenta en la ayuda internacional, el aporte que hace cada municipio por alumno (Bs 700), también permite reforzar los recursos que se destinan para el hospedaje y la alimentación, ya que es obligatoria la convivencia en la Escuela.
Otro de los pasos que destaca es la determinación del Gobierno nacional, que aprobó la certificación "Mano de obra certificada" para los beneficiarios que se formen en el centro.
Asimismo el Ministerio de Educación anunció la titulación técnica directa a quienes tengan la experiencia de tres años.
"Mi sueño es trabajar en la jardinería de mi municipio, allí hace falta este trabajo".
Juan Chané
Estudiante de jardinería
"Me gusta tallar y crear objetos de madera, quiero ser una profesional reconocida en esta área".
Elizabeth Dorado
Estudiante de carpintería
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