Tres expertos consideran que las universidades en Bolivia forman a sus estudiantes para servir y ser dirigidos y no para crear e innovar. Por eso sugieren crear mecanismos para despertar el espíritu emprendedor entre los jóvenes.
En criterio del director representante de la Corporación Andina de Fomento (CAF) en Bolivia, Emilio Uquillas, el problema es común en centros de formación de América Latina. “No sólo en Bolivia, sino en la mayoría de las universidades de la región forman para ser dirigidos, para ser empleados. Esa visión se debe cambiar y comenzar a formar para innovar y ser creativos”.
La directora gerente de la Fundación Ideas, de Venezuela, María Luisa Parra, coincidió con Uquillas y agregó que la formación de un innovador debe comenzar en la familia.
“Hay que motivar a los niños desde la familia, hacerles sentir seguros y con una muy buena autoestima, como para que puedan crear”, remarcó.
Al respecto, Uquillas apuntó: “Hay que cambiar el chip de la educación; educar desde niño inventando”. Este aspecto, según él, marca la diferencia entre la educación boliviana -y latinoamericana en general- y la anglosajona. Ésta “enseña a inventar, a crear y a innovar; a nosotros nos dan manual de instrucciones”.
Uquillas y Parra participaron en el foro sobre experiencias internacionales en emprendimientos, evento realizado ayer en La Paz, organizado y financiado por la CAF, con el apoyo de la fundación Maya. En el marco de este foro se observó que las universidades tienen un importante papel en la formación de un capital humano emprendedor.
“Se deben incorporar dentro de las universidades públicas y privadas, desde la formación básica (licenciatura), como materia transversal, a la innovación y emprendimiento”, indicó Parra. Añadió que esa materia debe ser parte de todas las carreras, sean del área social o financiera.
En opinión del director de Innovación y Emprendimiento de la Universidad Adolfo Ibáñez, de Chile, Adrián Magendzo, esta rama debería figurar en la formación de los universitarios, pero como una especialidad. “Puede ser una maestría o un doctorado”, puntualizó.
Magendzo sugirió que las empresas y el Estado impulsen este tipo de formación. Citó como ejemplo a su país. “El Gobierno de Chile tiene como política otorgar 150 millones de dólares al año para temas relacionados con innovación”.
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