A 270 kilómetros de La Paz, en pleno altiplano, la esperanza despertó a un pueblo casi abandonado. Los okureños han descubierto que pueden hacer balones de fútbol con el cuero de la llama. Ellos ya están soñando con que su producto sea la “jabulani” de los andes.
El balón de los andes comenzó a rodar. Entre ventarrones y paja brava, las manos de jóvenes, adultos y ancianos okoreños juegan con agujas e hilos para dar forma a una pelota de futsal. La esfera se construye poco a poco entre decenas de miradas de esperanza. Su sello particular: está hecha de cuero de llama.
La Asociación de Productores en Curtiembre y Marroquinería de la comunidad Okoruro tiene en manos este proyecto. La localidad está situada a 270 kilómetros de La Paz, en el municipio de Calacoto, provincia Pacajes.
Se dice que el nombre de Okoruro se debe a una planta que crece a orillas del río que cruza dicha población, el mismo que baña los bofedales y del que beben las 80 familias que habitan en el lugar. En total, 12 personas dedicadas a la crianza de camélidos, conforman la asociación.
Los 12 okoreños presentaron su plan de trabajo al Proyecto de Apoyo y Valorización de la Economía Campesina de Camélidos VALE (vicuñas, alpacas, llamas y ecoturismo) del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras. Esta entidad gubernamental le dio su visto bueno y aporta con un financiamiento de 6.800 bolivianos para impulsar la iniciativa.
El director del Proyecto VALE, Iván Reynaga, señala que en ocho meses el Gobierno ha subvencionado 293 ideas emprendedoras, de las cuales, el balón hecho de cuero de llama fue una de las más innovadoras. El proyecto participó en la feria realizada en Oruro, donde recibió un reconocimiento. “Fue una novedad que causó expectativa en los participantes y el público asistente”.
Se calcula que en el municipio de Calacoto pastean cerca de 25.000 camélidos. De este total, unos 15.000 son llamas.
De “polq’os” a balones
Es una mañana de jueves. Mientras se recorre en vehículo la carretera Patacamaya-Tambo Quemado, Daniel Choque, agrónomo zootécnico e impulsor del proyecto, cuenta cómo surgió la idea de hacer balones de cuero de llama.
“No sabía que iban a causar tanta impresión”, cuenta, a propósito de la exhibición de las pelotas en la feria de Oruro.
El joven agrónomo nació, creció y estudió en la escuela de Okoruro, pueblo donde también se dedicó al pastoreo de llamas. Cuando se hizo joven, Daniel se profesionalizó y se hizo especialista en camélidos.
De piel morena y estatura alta, el agrónomo, además de orientar su trabajo a la investigación, tiene una tienda de venta de balones en la calle Graneros. El negocio lo maneja con su esposa. Este año adquirió 8.000 unidades de balones de la marca Penalty para la venta, sin embargo, dicha cantidad no abastece la demanda en La Paz.
Como vendedor de pelotas de la marca Penalty, Daniel viajó a Brasil en agosto pasado en busca de mercadería. Entonces advirtió que la fabricación de los balones “no es cosa de otro mundo”. Ya en su comunidad, socializó con ésta su inquietud de fabricar las esferas con cuero de llama, un material que ofrecería más durabilidad que las que abundan en el mercado. Y convenció a su pueblo.
Después de transitar por los riscos y los pedruscos que caracterizan a Curahuara de Carangas, población vecina de Okoruro, una planicie de tholas verdosas anuncia la llegada a esta última. Las construcciones de adobe, los cientos de llamas en medio bofedales secos, la sonrisa de los niños y los apretones de manos callosas dan una cálida bienvenida.
Ante la visita de Somos, los comunarios se reúnen en el taller en el que realizan sus reuniones. Con la ayuda de un panel, Jorge Choque explica cómo se fabrican las pelotas. Presenta los materiales, el cuchillo, los moldes, las agujas e hilos con los que trabajan uno a uno los balones. Entre los asistentes está Vicente Sánchez. Abrigado con una chamarra militar y portando un ch’ulo (gorro de lana) y un sombrero, el abuelo de 72 años recuerda que cuando era niño no conocía los zapatos, sino los polq’os (como los zapatitos de lana que usan los bebés, pero de cuero de llama). “La parte de los codos (de la pata del camélido) serví como ‘polquitos’ y con la parte del cuello se hacían ojotas”.
El anciano rememora aquellas mañanas en las que correteaba por campos y cerros portando sus polq’os; solía esperar así el paso del ferrocarril Charaña-La Paz y aprovechaba para vender carbón, el cual era utilizado como combustible para el tren. Cuando dejó de existir la línea férrea, ya no había a qué dedicarse —según relata—, sólo al pastoreo de llamas. Entonces decidió emigrar a Chile a cultivar tomates y cebollas. Ya en su vejez, Vicente nunca imaginó hacer balones de futsal del cuero que cubre el cuello de la llama. “Antes lo quemábamos (esta parte del animal) o lo vendíamos a La Paz, pero sólo pagaban 10 bolivianos. Me arrepiento de no haber hecho esto antes”.
Los 12 hijos del anciano emigraron hacia distintas ciudades del país. Ahora él se dedida a la costura manual de los balones, mientras que su esposa pastea las llamas por las pampas altiplánicas.
Manos que zurcen esperanza
Okoruro está poblada de niños, adolescentes y ancianos. La mayor parte de los jóvenes emigraron en busca de trabajo. Modesta Sánchez es una anciana de 70 años que, a pesar de sus ojos cansados y su escasa visión, hilvana las piezas de cuero.
La mujer sueña con producir gran cantidad de pelotas, a fin de ahorrar algún dinero para comprar alimentos. Hasta ahora, ella y los suyos comen si logran vender una de sus llamas. “Ojalá hagamos esto (balones) hasta la muerte”.
Para María Huanca, de 34 años, coser una pelota no igual que hacerlo con una prenda de ropa. “Es difícil, pero se puede”, dice, mientras ensarta la aguja en el cuero. Desde que comenzó a trabajar en los balones, su rutina ha cambiado. Ahora, además de dedicarse a los quehaceres de la casa y a pastear a sus animales, también hace una pelota al día. Ella está entusiasmada.
Según Daniel Choque, las primeras muestras fueron elaborados en siete días. Posteriormente, con la experiencia adquirida, el tiempo de la producción se redujo a seis horas.
Los artesanos están conscientes de que la pelota que fabrican aún debe ser perfeccionada. Ella puede servir para deporte amateur —dicen—, aún no para profesionales. Pero ése es su fin.
El presidente de la Asociación de Fútbol de La Paz (AFLP), Wálter Torrico, ve con buenos ojos esta iniciativa. Sobre la durabilidad de la esfera comenta: “es genial”, mientras la sostiene en las manos. Considera que es una buena idea pensar en industrializarla, pero antes debe cumplir con ciertas normas de calidad, por ejemplo en peso y forma.
La resistencia de un balón se demuestra —explica Torrico— en el juego de competencia. Mientras tanto, puede ser utilizado en canchas recreacionales.
En caso de cumplir con los requerimientos de una pelota certificada, “nosotros, como club —afirma el dirigente—, nos comprometos a ayudarlos, adquiriendo y promocionando sus balones en los campeonatos”.
Entre tanto, 20 docenas de balones de futsal ya fueron estrenadas por el personal del Gobierno Municipal de Okoruro y por algunos orureños que compraron los esféricos durante una feria realizada en la ciudad de Pagador.
Los balones de las marcas Penalty y Adidas, los más comunes en el mercado nacional, están hechos con material sintético y con alta intervención tecnológica. Su costo fluctúa alrededor de 300 bolivianos. En tanto, la Llamagol está hecha manualmente en cuero de llama y su costo es de 60 bolivianos. Con el negocio de los balones, los niños, hijos de llameros, no pensarán en emigrar, opina el profesor de Física y Química del colegio de Okoruro, Álex Alarcón, quien guarda celosamente uno de los primeros balones que hizo la comunidad, en negro y amarillo.
Y desde que la Llamagol comenzó a rodar por la planice de Okoruro, los niños, jóvenes y adultos organizan partidos de futsal con más frecuencia. Las cholitas son las más entusiastas a la hora de patear el balón.
Y es que ellas sueñan no sólo con producir balones, sino con fabricar carteras, bolsas y chamaras en cuero de llama. Los hombres, en tanto, ya piensan con cómo hacer zapatillas de fútbol con el mismo material.
Durante la corta visita de Somos a Okoruro, comunidad de soñadores y cintinelas de la frontera boliviano-chilena, observó cómo un partido de fútbol puede iluminar una tarde nublada. Con cada gol de la pelota hecha por sus propias manos, los okureños, llameros de pura cepa, celebran la esperanza de mejores días para su pueblo.
Las pelotas son de cuero de llama
Gobierno evalúa instalación de fábrica de balones en población Okoruro
El pasado 10 de diciembre, Víctor Hugo Vásquez, viceministro de Desarrollo Rural, anunció que el Gobierno evalúa la instalación de una fábrica de balones de cuero de llama para el próximo año.
"Hay hermanos que han fabricado manualmente pelotas de cuero de llama (Okoruro), es un proyecto importante y trabajaremos para la instalación de una fábrica que produzca en forma masiva", dijo la autoridad, según la agencia ABI.
Vásquez dijo que el emprendimiento se ejecutará a través del Proyecto de Apoyo y Valorización de la Economía Campesina de Camélidos VALE (vicuñas, alpacas, llamas y ecoturismo), para que los jóvenes de las escuelas y los jugadores de los equipos profesionales de fútbol puedan utilizar este producto. Añadió que el Gobierno seguirá impulsando ese tipo de iniciativas para la valorización del ganado camélido, como la producción de leche, que genera ingresos al sector.
Explicó que 60 municipios de cuatro departamentos del país mejoraron la producción de ganado camélido andino (vicuñas, alpacas y llamas). Precisó que, aproximadamente, 50.000 familias, entre beneficiarias directas e indirectas, de La Paz, Oruro, Potosí y Cochabamba, continuarán recibiendo apoyo del Gobierno en esta materia, con el financiamiento del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA).
A corto plazo, el programa busca estructurar las bases de una industria de aprovechamiento sostenible de la fibra de camélidos silvestres.
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