Jóvenes de la carrera de artes musicales de Universidad Mayor de San Andrés dieron rienda suelta a su creatividad para demostrar que no todo está hecho en cuanto a instrumentos se refiere y también que con lo ya inventado siempre se puede experimentar.
La música no tiene límites y los instrumentos a través de los cuales sus sonidos se materializan tampoco. Para comprobarlo, sólo hay que escuchar estos nuevos instrumentos, perfectamente afinados, ser ejecutados por los alumnos de la materia de psicopedagogía de la música.
Según el docente de esta materia, David Quispe, el objetivo principal fue poner en práctica propuestas teóricas para la construcción de instrumentos de materiales reciclados, reutilizando elementos ya conocidos para una nueva creación.
Éste es el segundo año que los alumnos realizan estas creaciones, que han sido pensadas también para estimular el ritmo, la audición, respiración y desarrollo sensorial, principalmente en niños. Además, puenden ayudar a solucionar problemas de aprendizaje como la dislexia y dislalia.
Y para que quienes se dedican a la música tengan nuevas perspectivas en cuanto a los sonidos, tonalidades y armonías que se puede crear o servir de acompañamiento.
“Puertófono”
Sergio Vargas utilizó una puerta rota y desechada de su casa para convertirla en un instrumento de cuerdas, al que bautizó como “puertófono”.
A la puerta le añadió clavijeros y cuerdas de una guitarra en desuso, plástico y madera para terminar de construir la caja de resonancia, que forma el cuerpo principal, dándole una forma rectangular.
El sonido logrado a través de la caja de resonancia es la principal contribución del instrumento, pues al tocarlo se logra un sonido más oriental, diferente del de la guitarra, además de tener la capacidad de lograr vibratos, una frecuencia de amplitud de sonido considerada complicada.
“Tubófono”
Salomón Ríos creó el “tubófono”, un instrumento de percusión y melódico a la vez que pertenece a la familia de los xilófonos, formado por varias maderas o metales colocados en línea, como un teclado.
Ríos elabora instrumentos de viento como quenas y zampoñas y por ello contaba con varios materiales restantes. Fue así que utilizó barras de bambú huecas disponiéndolas en una línea y sobre un soporte de madera para tocarlas con una vara de madera, que tiene en uno de sus extremos una bola de plástico.
“Zampoña melorrítmica”
La “zampoña melorrítmica” fue creada por Vladimir Humiri. Es un instrumento que, además de tener las características de la zampoña, tiene incorporada en un extremo una barra de metal que al ser tocada con otra del mismo material -que era antes parte de un motor de auto- emite un sonido agudo.
Los tubos de la zampoña fueron formados con plástico de botellas pet, la parte inferior se cubrió con cinta adhesiva. Posteriormente fueron unidos con cinta aislante y lana.
“Escamoformonio”
José Condori se valió de una armónica que nadie usaba en su casa para incorporarla en dos botellas pet, de dos litros. A una de ellas le hizo cortes triangulares en la parte superior -de lo que ahora es el instrumento- que terminaron viéndose como una especie de escamas, de ahí viene el nombre de “escamoformonio”.
El “escamoformonio” tiene dos funciones: el sonido de la armónica se oye diferente al salir de la botella, mientras que otro se produce con la mano derecha al rasgar las denominadas escamas, que de alguna manera hacen que el instrumento sea similar a un “reque reque”, muy utilizado por la comunidad afroboliviana.
“Cajita rítmica”
Ausberto Larico creó la “cajita rítmica”, un instrumento de percusión hecho con residuos de madera. Por dentro tiene un mecanismo que se acciona dentro de la caja de resonancia con un elástico y un clavo para producir un sonido fuerte que es como un golpe.
Su aporte es ayudar a los niños a que sigan impulsos musicales y acompañen fácilmente el ritmo de otros instrumentos .
“Flautín mágico”
Damián Gamarra construyó, con un tubo de plástico, el flautín mágico muy similar a la quena, sólo que sus notas se producen una octava más elevada. Ayuda a afinar otros instrumentos y en la buena utilización del diafragma y adecuada respiración.
“Zampiano”
Mangueras de goma que se utilizan en el patio de cualquier casa fueron la materia prima de Nélida Tiñiñi para construir una zampoña muy particular. En lugar de tener la distribución habitual de las notas musicales en estos instrumentos de viento, las tiene dispuestas como en un piano.
Tiñini es estudiante de piano y conoce la necesidad de muchos otros que recién aprenden a la hora de disponer de este instrumento para practicar sus lecciones. Por ello creó el “zampiano” que con su tamaño reducido puede ser trasladado cómodamente.
“Viento armónico”
Construido con materiales de plomería y electricidad, como una bomba de agua, el “ viento armónico”, creado por David Ticona es una mezcla de una quena con trombón en donde al tocar la quena el mismo impulso de aire sirve para accionar el trombón.
El sonido que produce es muy parecido al que se escucha en la música guaraní y la creatividad al momento de ensamblar cada pieza, con las mismas uniones utilizadas en plomería, posibilitó obtener un sonido uniforme.
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