Basura con ínfulas de grandeza. Así define Marcelo Rodríguez al arte que realiza con las manos, transformando piezas que muchos consideran chatarra en objetos funcionales y decorativos, que se comercializan bajo el nombre de Artisfactum.
Si bien se trata de una habilidad innata, que dice haberla heredado de su madre, Marcelo la cultivó con más ahínco hace 11 años, durante su estadía en España, donde aprendió a combinar sus labores como camarero, bartender y mensajero con la de artesano.
"Me gusta el proceso alquímico de dar vida a material de desecho”, asegura sonriente, a tiempo de confesar que todo lo que hace proviene de un aprendizaje autodidacta, por puro interés.
Después de una década lejos de su tierra natal, Marcelo decidió regresar a Santa Cruz, donde si bien fue recibido con los brazos abiertos por familiares y amigos, tuvo mucha dificultad en encontrar trabajo, por lo que optó en retomar su trabajo manual "para salir adelante”.
Cuadros pintados en venesta, lámparas con quemadores de gas oxidados, mesas rotatorias de vidrio y madera, troncos tallados y cuernos ceremoniales celtas, forman parte de su colección de creaciones decorativas, únicas e innovadoras.
Las piezas las recoge mientras camina por la calle. Con un ojo expectante, al ver la utilidad que tendría un objeto en sus manos, no duda en guardarlo en su bolsillo para darle un nuevo uso; es algo que define como "un amor a primera vista”.
"Me gusta hacer cosas diferentes cada vez. Las ideas llegan a mi cabeza, hasta en sueños, y no paro hasta concretarlas”, asegura con espontaneidad.
Una vez que tiene la materia prima en su taller, se siente en la libertad de aplicar diferentes técnicas, como pirograbado, pintura al óleo o en acrílicos, colage y tallado en espejos, entre otras.
Esta indiscutible inclinación por el arte emergió desde sus primeros años, al observar de cerca a su madre, Anita Bertón, realizar con dedicación diferentes trabajos de pintura en tela y en lienzo.
Para ella, ver que la realización de su hijo siguiendo sus pasos, es motivo de orgullo y satisfacción.
"Cuando se pone a trabajar, pone el corazón. Lo hace con tanto gusto, que al verlo así, me siento realizada. El arte es algo innato en él”, comenta "doña Chunga”, quien define a su hijo como alguien que, desde temprana edad, fue inquieto y lleno de talento.
Cada obra que Marcelo realiza puede demorar entre un fin de semana hasta tres meses, de acuerdo al tamaño y dificultad.
Durante su estadía en Santa Cruz, durante un año, las piezas las comercializaba primero a familiares y luego a pedido de gente que empezó a conocer su trabajo por redes sociales o por otros clientes.
Hace un par de semanas, este artesano soltó anclas en La Paz por una oportunidad de trabajo, ocupación que, asegura, no lo limita en este proceso de creación artística que tanto le apasiona.
"Creo que el arte es una manera de entregar luz, de repartir buenos sentimientos, de hacer algo que saque a la gente de la monotonía. Es una forma de expresarme”, asegura.
Para Walter Mayorga, gestor cultural, Artisfactum destaca por mostrar un arte poco usual con el que da nuevos usos a la basura.
"Rescata material destruido para darle una nueva forma con un valor artístico y un toque rústico, Eso es algo que lo diferencia”, asegura Mayorga, organizador del encuentro de Arte Gráfico Pina, donde se presentaron estas obras con material reciclado con gran aceptación.
Es que Marcelo Rodríguez asegura haber nacido con el "alma de artista”. Es algo que corre por sus venas y le permite plasmar en cada obra un sello personal, realizando objetos nunca antes vistos, que, sin duda, impulsan su creatividad sin límites.
Datos Artisfactum
Oferta Marcelo Rodríguez puede realizar objetos a pedido y personalizados. Los precios varían por el tipo de trabajo, entre 80 y 300 bolivianos.
Contacto Para mayor información, consultar el perfil de facebook: Artisfactum.
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