La economía creativa es un concepto que acaba de cumplir poco más de una década en términos académicos, pero que refleja la ocupación de cientos y miles de personas que impulsan o desarrollan actividades productivas, por lo general relacionadas a pequeños emprendimientos conocidas como medianas y pequeñas industrias ( Mypes y Pymes).
El interés económico surge luego de la crisis mundial de 2008 y donde la “industria creativa”, mantuvo un crecimiento acelerado, debido a la creatividad de los pequeños empresarios que cada vez innovan su producción y se amoldan a las exigencias del mercado internacional.
Un estudio de la fundación Milenio, revela que a pesar del empirismo con el que se aplica el concepto, la “economía creativa, es sin duda, la que mayor dinamismo dio a la economía en los últimos 10 años”.
Un ejemplo de este tipo de emprendimientos microempresariales que lograron grandes éxitos es la organización Comar Tukuipaj que se dedicada la exportación de artesanía a los mercados de Estados Unidos, Canadá y Japón.
Sin embargo, este no es el único caso, por el contrario existe una amplia gama de organizaciones microempresariales, dedicadas a los textiles, artesanías, joyas, cuero, madera y vinos, entre otros, que surgieron y surgen como una alternativa económica que está dando buenos resultados, como explica este informe.
Pero no sólo son este tipo de emprendimientos los que se destacan en la “economía creativa”, también se hace referencia a los rubros de servicios, turismo, hotelería, construcciones civiles, transporte y limpieza, que emergen del impulso de “visionarios” empresarios que apuestan sus inversiones en el país y que se convierten en una alternativa para impulsar la economía interna del país.
De acuerdo a la encuesta nacional sobre Movilidad y Estratificación Social, que realizó el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Bolivia (PNUD), se estima que en Bolivia los “trabajos creativos” conforman el 6,1% de la Población Económicamente Activa (PEA).
“La Población Económicamente Activa que trabaja en el rubro de la vestimenta (textiles), ocupa el primer lugar, estando conformada por confeccionistas de ropa de todo tipo, desde chamarras, hasta ropa deportiva. Estas prendas de vestir son sacadas a las ciudades fronterizas (Villazón, Bermejo, Puerto Suárez, Desaguadero), para ser comercializadas en los países vecinos”, apunta el documento.
El segundo lugar de importancia está conformado por el rubro de la carpintería que se precia por la mano de obra y fino acabado en muebles, puertas, ventanas, además del uso de maderas como el cedro, el biboci, el ceibo, el roble u otras que remplazaron la riqueza de la mara.
El tercer lugar lo ocupan los artesanos cuyo rubro en el contexto boliviano va desde los tejedores de edredones y manteles hasta los talabarteros.
La misma fuente señala que La Paz concentra el mayor número de trabajadores creativos con un 33% del total de la PEA, esta cifra representa el doble de las existentes en Santa Cruz y Cochabamba, ciudades que se encuentran en el segundo lugar con el 16%.
Llama la atención la presencia de un elevado porcentaje de “trabajadores creativos” en la ciudades de Oruro y Potosí. En el primer caso el 32% está conformado por trabajadores en el rubro de la confección de ropa, en tanto que en el segundo caso el más del 80% se dedica a la artesanía.
Por los datos obtenidos en la encuesta y el informe de la fundación Milenio, se “muestra la necesidad de impulsar las industrias creativas como una alternativa viable para el crecimiento especialmente en los países en vías de desarrollo, a través de políticas que se enfoquen en el fortalecimiento de capacidades de los trabajadores productivos”, concluye el documento.
Asimismo, Milenio advierte que actualmente el mayor “obstáculo” para este tipo de emprendimientos es la informalidad, así como la falta de garantías a los derechos de propiedad intelectual.
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