miércoles, 15 de febrero de 2012

Creación Un taller de carpintería artesanal se expande hacia la formación e implementación de un área de producción mayor

A Claudia Gallardo siempre le gustaron los adornos y muebles originales, innovadores y personalizados, y desde muy joven empezó a desarrollar ideas y proyectos en su cabeza.

El impulso decisivo para emprender esta vocación fue una invitación para participar en una feria artesanal. Trabajó arduamente, afinó un estilo y propuesta propios y fue así que, hace ya 12 años, creó Caleidoscopio, un taller que más allá de la producción de todo tipo de piezas, ahora se abre a la formación de artesanos y carpinteros con visión artística.

“Normalmente los diseños no se repiten en cuanto a las formas, el pirograbado o la cerámica porque todo es hecho a mano, no tenemos un catálogo”, comenta Gallardo y explica así el origen del nombre.

Las formas únicas e irrepetibles que se ven en el interior de un caleidoscopio se ajustan a cabalidad con su idea de trabajo y así el “nombre estaba cantado”.

Los diseños, plasmados en madera con aplicaciones de cerámica, pirograbado, vidrio, cuero y otros materiales, responden a tres criterios simples pero de estricto cumplimiento: funcionalidad, calidad y exclusividad; es por eso que los clientes que ya conocen el trabajo, saben que cada objeto tiene su propia identidad pues no fue fabricado en serie.

Cajas, joyeros, posavasos, portarretratos y alcancías con formas de animales -además de mueblería en general- van tomando forma en el taller ubicado en la zona de Alto Obrajes, único lugar de exposición y venta -más allá del contacto por Facebook- aunque se anuncia la pronta apertura de una tienda.

No hay un rincón, en este espacio, en el que no se vea una pieza de madera procesada o en vías de transformarse en una creación original. Flores, mariposas, paisajes paceños y otros detalles son el toque estético y artístico que le da el acabado a cada producto.



Expansión

Hace seis meses, Caleidoscopio estableció un área especial de trabajo en la que pretende iniciar una escuela de formación en carpintería y diferentes técnicas de diseño, siempre a base del estilo particular: la fusión y combinado de diferentes tipos de madera con otros materiales.

En un viaje que hizo a Holanda hace tres años, Gallardo se contactó con un grupo de profesores y alumnos carpinteros que llegaron el año pasado a La Paz para brindar cursos acelerados en la Fundación Infocal. De las ocho personas que participaron seis eran mujeres con quienes intercambió ideas y sueños para luego implementar el área de enseñanza de Caleidoscopio.

En una primera etapa, que arrancará en marzo, el proyecto contempla impartir cursos de carpintería a mujeres de diferentes edades. “Gracias al apoyo de los expertos holandeses y a las experiencias en ese país, queremos organizar una serie de cursos y formar gente que a la larga se dedique a montar una cadena de producción”, comenta la emprendedora.



Independencia y originalidad

“El carpintero en nuestro medio es casi siempre autodidacta, o alguien que trabaja de eso por herencia, por eso creo que es un oficio en vías de extinción porque ya no hay jóvenes que se interesen en este campo. Precisamente esto es lo que queremos cambiar”, señala el arquitecto Javier Durán uno de los gestores y diseñadores de Caleidoscopio.

Para Durán la importancia del precepto de no producir en serie y conservar el toque artesanal y personal, radica en que de esta manera el trabajo adquiere una “libertad creativa”.

“El poder darle rienda suelta a lo que hay en mi mente y concretarlo en el taller es lo mejor de este trabajo, es algo muy gratificante”, admite.

Actualmente Durán trabaja en el diseño de un juego didáctico de madera que tendrá piezas en miniatura y una lupa para identificarlas, manipularlas y jugar con las texturas.

Gallardo coincide con que la libertad a la hora de crear es lo más reconfortante de su trabajo, aunque admite que a veces surge el cuestionamiento sobre producir algo más estandarizado debido a la competencia que existe en el mercado. Sin embargo, la experimentación y la posibilidad de aportar creativamente, siempre se imponen a estas tentaciones.

“Ahora todos los productos son muy uniformados. Tenemos mucho éxito con clientes que no gustan de productos estandarizados y quieren piezas que signifiquen algo para ellos, que constituyan una especie de mitología personal”, concluye.

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