La Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA) contribuyó con 1.004 voluntarios (técnicos) en 34 años de servicio en Bolivia. Ejecutaron proyectos de desarrollo en las áreas de salud, educación, agricultura, cultura y deportes con presencia en nueve departamentos.
El director del JICA, Hirofumi Matsuyama, informó que para el área de salud llegaron 277 voluntarios; en educación, 203; agricultura, 216, y cultura y deportes, 308, haciendo un total de 1.004 voluntarios que trabajaron en Bolivia.
En la presente gestión, 49 voluntarios se encuentran desarrollando su labor distribuidos en diferentes regiones del país.
En estos 34 años, la cooperación técnica de JICA en el sector agropecuario y desarrollo rural trabaja en la ejecución de 14 proyectos, siempre a solicitud del Gobierno de Bolivia, según el informe de la institución. De los 1.004 voluntarios que llegaron al país, al sector agropecuario fueron enviados 277 y a medio ambiente 186 técnicos. “Los resultados de todos los proyectos condicen con la filosofía de la cooperación de JICA, que indica que se debe mejorar las condiciones de vida de la gente que presenta mayores vulnerabilidades”, expresó el director de la institución japonesa.
JICA trabaja en el país desde 1978. La primera generación de voluntarios enviados contó con tres músicos destinados al Conservatorio Nacional de Música. Desde entonces, no pararon en llegar profesionales de diversas ramas entre damas y varones.
Son 113 años del arribo de los primeros inmigrantes japoneses a nuestro país. Las colonias de Okinawa y San Juan, fundadas por esos inmigrantes son el testimonio vivo de la presencia japonesa en Bolivia. Su contribución es prácticamente productiva en el agro cruceño con la obtención de diversos alimentos.
Proyectos. Justamente a raíz de esta contribución en proyectos de desarrollo, JICA organizó un viaje a los municipios de San Juan y El Torno de Santa Cruz, junto a medios de comunicación de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, el 2 y 3 de febrero. Allí se mostró el trabajo de cuatro voluntarios japoneses en las áreas de educación y agricultura.
Después de la bienvenida del alcalde de San Juan, Juan Katsumi Bany Abe, boliviano, hijo de inmigrantes japoneses, se realizó la visita a los centros de producción.
El primer encuentro fue con el voluntario Yotaro Nakano (33), quien es maestro de primaria en su país y vino a Bolivia a enseñar matemáticas con el método japonés. Algo sorprendente en algunos niños de San Juan es que saben de memoria la tabla de multiplicar del 12, cuando por tradición en el país se enseña sólo hasta la del 9. “Me encanta trabajar con los bolivianos, son muy inteligentes”, comentó Yotaro, quien también les enseña Origami, que es el arte de origen japonés consistente en el plegado de papel, para obtener figuras de formas variadas, especialmente geométricas.
Luego se mostró el trabajo del voluntario senior Umeo Koganemaru, un ingeniero agrónomo con 30 años de experiencia en México y Brasil y su compañero junior Yoshihisa Tsuruda. Su labor está concentrada en la huerta de Ayacucho, que es una comunidad a diez minutos de San Juan y donde enseñan la producción de injertos frutícolas.
El cuarto voluntario senior es el ingeniero agrónomo Kazuo Ando, quien enseña la preparación del abono orgánico, que es bien aprovechado por los agricultores cruceños.
Estos agrónomos japoneses fomentan en la zona la producción de guayaba, mango, lucma, tamarindo, mola, aceituna, achachairú, níspero, manzana, mora, piña, maíz, maní, arroz, entre otros productos típicos de la zona productora.
El costo del voluntario
Cada voluntario que llega al país le cuesta a Japón $us 400 mil en dos años de servicio. Recibe un pago de $us 300 al mes para gastos de alquiler y otros.
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