Tortas con la forma del Titanic, de un brasiere o de personajes del juego Candy Crush son algunos de los pedidos más excéntricos que las mellizas Martina y Valentina Basaure, de 23 años, atendieron en Sugar, un emprendimiento en pastelería que tomó forma hace casi dos años y medio, en La Paz.
Sugar ofrece tortas y cupcakes (pastelillos) y cakepops (pastelillos en forma de chupete) decorados con diseños personalizados, a pedido del cliente.
“Eso es lo que más me gusta de mi trabajo, que la decoración parta del concepto que el cliente tiene en mente”, afirma Martina, promotora del emprendimiento que ella define como repostería “creativa y vanguardista”.
Para explicar el origen de Sugar, cuenta que el arte y la cocina son dos cosas para las que siempre tuvo talento y el colegio le permitía desarrollar su creatividad en artes plásticas y manualidades; pero al salir bachiller había que pensar en serio, por lo que optó por estudiar Marketing y Logística y dejar la repostería como hobby.
Cuando estaba en segundo año de su carrera, una amiga alabó el sabor y la decoración de una torta que hizo y le dijo “¿por qué no haces algo con eso?”. “Entonces surgió la idea de un negocio con los cupcakes; pero dándoles valor agregado, personalizándolos de acuerdo a lo que pida el cliente”, recuerda.
Sugar (azúcar, en inglés) comenzó en la cocina de su casa, donde todavía sigue funcionando; pero con un notable crecimiento.
Los cakepops y los cheese cakes son algunas de las innovaciones que se introdujeron para ofrecer variedad a medida que crecía el negocio.
“Al comienzo, el negocio era súper chiquito. Comenzamos con uno a dos clientes al mes, pero luego empezamos a crecer”, cuenta. Su hermana se le unió un par de meses después de comenzar, al ver que el trabajo aumentaba. Ahora tienen un promedio de cinco pedidos por semana.
Su aliado en ventas fue "el boca a boca" y lo sigue siendo, pero ahora Sugar puede ser contactado a través de su página en Facebook.
El crecimiento del negocio las llevó a investigar sobre nuevas técnicas de repostería y a comprar materiales. “Encontramos moldes y pinceles para pastelería creativa en Estados Unidos, nos costó 1.000 dólares, esa ha sido nuestra primera inversión grande. Por ejemplo, antes teníamos que hacer mil perlitas y era un trabajo manual, ahora tenemos moldes especiales que nos permiten estandarizar y facilitan el trabajo. Además de los materiales, también trajimos colorantes especiales para pastelería”, explica Martina.
El negocio ya se había convertido “en un trabajo serio”, como lo define Martina, entonces su mamá les ofreció ayuda haciéndose cargo de la preparación y del horneado, aunque después comenzó a ayudar también en el decorado.
“Con cada pastel tienes que innovar, así que también fuimos mejorando poco a poco”, recuerda Martina.
Su madre demostró su compromiso con el negocio y se inscribió en la escuela de repostería Wilton, donde obtuvo su diploma tras un año de estudios, después siguió capacitándose en IGA, una afamada escuela argentina de gastronomía.
“Ella aportó con conocimiento mientras mi hermana y yo trabajábamos y estudiábamos. Ella nos pasó los conocimientos de pastelería y se complementaba con nuestro don para decorar”, afirma Martina. Ahora el trabajo se reparte entre las tres, aunque la parte creativa de los diseños sigue a cargo de Martina.
"A veces, llegaba de la universidad directo a trabajar. Hace un mes terminé mi carrera. Yo elegí hacer trabajo dirigido para titularme, pero mi hermana hará el plan de negocios de Sugar para su tesis", señala.
Sobre sus perspectivas, afirma que "ahora todavía trabajamos en casa, pero este negocio tiene mucho potencial, la gente está cada vez más dispuesta a gastar en repostería personalizada que refleje lo que son o lo que quieren expresar. Por eso me gustaría tener un espacio físico, tener más hornos y más mano de obra. También quiero tener sucursales".
Martina Basaure Funes | Emprendedora
"No tengo miedo a lo que me pidan, soy súper perfeccionista y el cliente siempre se va satisfecho"
Diseño y material
Martina Basaure tiene el papel creativo en Sugar. “Yo elaboro el diseño, los colores y con mi mamá y mi hermana hacemos el trabajo en conjunto", señala y afirma que todo el material que usan es comestible. "Si hacemos un auto, la placa, las llantas y todos los detalles se pueden comer. Para lograr eso uso, básicamente, dos tipos de materiales, el fondant y la goma de pasta”, explica. Se trata de unas masas hechas de azúcar que tienen la consistencia de la plastilina por lo que son moldeables. Su uso depende del diseño, por ejemplo, para hacer una cámara fotográfica no se puede usar sólo fondant porque es demasiado dulce, entonces lo que se hace es forrar un pedazo de queque, por eso todo es comestible, insiste Martina.
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