La avenida Entre Ríos de Alto Tejar en La Paz es conocida por sus talleres mecánicos, pero sólo uno de ellos es de un inventor paceño reconocido por la comunidad científica boliviana. Su nombre es Yuri Valeriano y es el creador de un dispositivo que abre y cierra puertas corredizas de automóviles con sólo pulsar un botón.
En medio de música a todo volumen, de largas horas debajo de los motorizados y de embadurnarse con grasa tras reparar las puertas de los minibuses, a Valeriano se le ocurrió en 2003 fabricar un dispositivo que evitara el desgaste de los rodamientos y el de las chapas, que al ser exigidas una y otra vez, con demasiada fuerza, necesitaban mantenimiento constante y se convertían en un peligro para los pasajeros.
El invento reemplaza, aunque no del todo, la labor del voceador, porque gracias a una instalación eléctrica, alimentada por la batería, es el chofer quien al pulsar un botón -ubicado al lado izquierdo del volante o cerca de la caja de cambios- activa el dispositivo que se encarga de abrir y cerrar la puerta sin necesidad de intervención manual.
“Tanto reparar los rodamientos, guiadores y bisagras, me imaginé un sistema que accione las puertas de los automóviles que, a causa de la geografía de La Paz, al circular por calles empinadas o no, se pueden cerrar o, por su peso, se suele perder el control sobre éstas, y se convierten en un peligro para los pasajeros”, explica Valeriano.
Además incluyó en el mecanismo una alerta de sonido y una luz que se acciona de forma intermitente, mientras se activa el mecanismo para guiar a las personas no videntes.
Ocho años después, en 2011, el inventor paceño obtuvo la patente de su invento denominado “puertas corredizas”, otorgada por el Servicio Nacional de Propiedad Intelectual (Senapi) y el mismo año rebautizó su taller con el nombre de Sólo Puertas.
Hace pocos días recibió la Distinción Honorífica a Inventores Bolivianos por la Cuarta Secretaría de la Cámara de Diputados, el Senapi y el Centro de Investigaciones Ciecitec, en el marco del Día del Inventor Boliviano.
Abriendo puertas
Desde que cumplió diez años, Valeriano inició su formación en el mundo de la mecánica guiado por su padre. En un taller donde una pieza de metal -y hasta la más pequeña tuerca- es parte de un mundo de mecanismos que hacen que un vehículo funcione, su talento de inventor comenzó a perfilarse y a crecer.
Hoy, su invento puede ser visto en una caja -de 15 centímetros de ancho por 70 de largo y siete de grosor - que se instala en la parte interior del vehículo, en el lado derecho, y justo en la parte posterior de la puerta corrediza.
El objetivo de Valeriano fue que el invento resultara económico, resistente y práctico. Inicialmente estudió las piezas, su rendimiento y cómo podían formar parte de un sistema de movimiento continuo con cadenas.
“Son piezas pequeñas que forman parte de un sistema de rodillos similares a los que activan un ascensor o una polea de transmisión de construcción.
El gasto de la energía no supera al de cualquier adorno de iluminación o foco halógeno que instalan los choferes. Todo el sistema pesa alrededor de siete kilogramos y hasta el momento tenemos en circulación 27 automóviles en el servicio público y cuatro en coches blindados de una red bancaria”, explica el inventor.
El aparato y la instalación, que no toma más de dos días, tienen un precio de 4.200 bolivianos.
Sin embargo, para los últimos modelos de minibuses, con una puerta más pesada, el costo llega a unos 5.000 bolivianos.
Para el chofer Luis Mayta, del Sindicato Litoral, fue una buena inversión instalar el dispositivo.
“Ya no tengo que depender de los voceadores. Cuando estamos en las laderas, de subida, las personas muy mayores no pueden abrir la puerta o se les escapa por el peso y es preferible prevenir; además, los pasajeros agradecen y nos felicitan por la puerta”, cuenta este propietario de un minibús de servicio público.
Un inventor en Alto Tejar
Ante la consulta de si soñó de niño con ser inventor, Valeriano responde: “Nunca lo imaginé. Mis clientes me animaron a registrar este sistema, no sabía qué era el Senapi. Da una gran satisfacción cómo la gente reconoce mi esfuerzo y mis hijos se quedan admirados cuando ven alguno de los mecanismos en algún automóvil que está prestando servicio público”.
Vico Valeriano, hermano del inventor y chofer de transporte público, afirma que tener el sistema es una inversión para evitar “colerones”. “Un pasajero a veces quiere bajar donde sea y abre la puerta. Éste es un invento para controlar eso, evitar accidentes y congestionamiento.
Si las autoridades tuviesen más inventiva sería una gran herramienta para hacer respetar los puntos de pasada”, dice Vico.
Para este inventor boliviano, la gran solución para educar y formar el futuro científico del país es potenciar y dar mayor apoyo al capital humano, que todos los días resuelve problemas con tecnología muchas veces obsoleta o sin poder acceder a ella.
En tanto, Valeriano afina los detalles de la apertura de nuevas sucursales de su empresa en El Alto, Cochabamba y Oruro.
Punto de vista
Ana María Pérez Directora Ciecitec“Me parece que es uno de los inventos más prácticos y útiles que podamos tener en el campo automotriz en el país. Creo que sobre todo los paceños sufrimos al utilizar las puertas de los minibuses por su peso.
Tengo entendido que Yuri Valeriano presentó una carta dirigida al alcalde Luis Revilla; es posible que haya sido antes de la distinción que se le hizo el Día del Inventor Boliviano. Sería importante que la Alcaldía u otra institución pueda apoyarlo a implementar este sistema.
Este invento precautela la seguridad e integridad de los pasajeros, que muchas veces se ponen en riesgo o se lastiman al subir o bajar de los minibuses. Este invento está enmarcado en las innovaciones del campo automotriz”.
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