domingo, 24 de julio de 2011

GraMa impulsa el negocio de la confección de ropa de trabajo

Tenía una imprenta. Necesitaba un corte especial para sobres y en esa búsqueda, una amiga lo llevó a una fábrica de ropa y “da la casualidad que ese día estaba vendiendo una máquina”, recordó Duarte. Terminó comprando la pequeña fábrica. “No cambié de rubro, sino amplié mi interés por el tema productivo”.

Empezaron como un pequeño taller. “Hacía falta la tienda para mostrar la ropa de trabajo” y ahora están en la comercial calle Díaz Romero, en el barrio de Miraflores. “El punto de venta es importante para el cliente”, asegura Duarte.

200 unidades de overoles, parcas, chamarras, camisas, pantalones fueron parte de la dotación para la Corporación Minera de Bolivia. “Ése fue nuestro primer trabajo”, destacó.

“Todos deberíamos estar formalizados para poder competir con precios y calidad”, reclama; sin embargo, el trabajo que realizan fue reconocido en estos años también por las empresas privadas, especialmente mineras, de hidrocarburos y constructoras. Son sus principales clientes.

“Tenemos que competir en desventaja (con el sector informal). Hay que caminar mucho. Hay que dar al cliente lo que precisa y asesorarlo en lo que necesita”. La capacitación permanente es una clave en su negocio. Los cursos sobre seguridad industrial son relevantes para poder ofrecer productos que cumplan con normas nacionales y extranjeras.

“Hay que estar al día o no podemos seguir adelante. Tenemos que aprender a ser legales. Nosotros presentamos boletas de garantía y plazos que cumplir en las licitaciones”, subraya. Por ello, “no vendemos por unidades. El pedido tiene que ser de un mínimo de 30 unidades porque es ropa para trabajo, ropa para empresas con detalles específicos”.

“Por ejemplo, las cintas refractivas que debe tener un uniforme tiene un ancho específico y no puede ser menor a la norma para evitar accidentes”, aclara. El tipo de tela utilizado en la confección es otro aspecto importante para las empresas que trabajan con electricidad o antiinflamables para quienes están expuestos a peligro de incendios.

En cumplimiento de la norma boliviana de calidad, “nuestra prenda tiene que ir al Ibnorca, deben revisar que tiene tres costuras, que tiene el porcentaje de algodón, etc”, porque la exigencia empieza por el sindicato de trabajadores. Ellos “también aprueban la ropa que van a utilizar”, buscan evitar accidentes.

Las empresas en el país son cada vez “más conscientes con el cumplimiento de la norma vigente. Antes les daban dotación por una vez y luego les decían que se pongan cualquier cosa. Ahora no, hay algunas empresas que dan hasta dos veces uniformes al año”.

Las grandes empresas cumplen con esta reglamentación que ya estaba señalada en leyes laborales. En mayo del 2009 se ratificó con la promulgación de un decreto supremo que obliga a las empresas que dan servicios al sector público a cumplir con la dotación de ropa de trabajo.

“Han aprendido. Las empresas que conectan gas natural visten a sus operarios con overoles que deben tener cintas refractivas y una reconocida salteñería cumple con la norma de tener ropa no inflamable para quienes trabajan cerca del horno”. Duarte destaca que su negocio crece, pero tiene que enfrentar dos obstáculos: la falta de tela en el mercado nacional y costureros que emigran.

“El problema es que nuestro país es muy pequeño. Si nos piden 500 unidades correteamos para conseguir rollos de tela por todo lado. Y si se pide un color diferente... a viajar”, para cumplir con el pedido.

DS 108 para seguridad industrial

Artículo 1
El Decreto Supremo 108 promulgado el 1 de mayo de 2009 exige cumplir con la normativa vigente relacionada con la higiene, seguridad ocupacional y bienestar
que deben cumplir las personas naturales y jurídicas que tengan una relación contractual con entidades públicas.

Artículo 2
Los procesos de contratación de obras y servicios generales de las entidades públicas deben incorporar la obligación de proveer ropa de trabajo y equipos de protección personal adecuados contra riesgos ocupacionales; deben ser de producción nacional, siempre que éstos cumplan con los requerimientos técnicos.

‘Quiero pedir a los costureros que no se vayan’

“Quisiera pedir a nuestros costureros que no se vayan del país. Todos los días ponemos avisos de que los necesitamos, pero se van a Argentina o Brasil”, solicita Roberto Duarte, gerente de GraMa, que ve una leve tendencia al crecimiento de la confección de ropa de trabajo en Bolivia.

“Creo que deberían quedarse”, reitera. Y la explicación corresponde a que “desde que nacionalizaron YPFB, con el aumento de personal, obreros y técnicos hemos empezado a requerir más personal”.

En el caso de GraMa atienden a las empresas petroleras (públicas y privadas), mineras, gastronómicas y otras. “Los requerimientos van de 500 a 600 unidades”. Para cumplir, Duarte indica que tuvieron que recurrir a “los talleristas de El Alto”, además de establecer trabajos en dos turnos.

Recientemente, las organizaciones no gubernamentales que dan cursos de capacitación en diversos rubros están solicitando uniformes, mencionó.

La época en la que empiezan a faltar costureros en el país es la época de verano. “Es cuando nos abandonan nuestros costureros”, expresa. La confección de poleras, shorts y ropa liviana los atrae.

En GraMa empezaron con un personal de siete personas, hoy superan la docena. Cuentan con áreas de diseño, corte, confección, serigrafía y administración.

Son exigentes con la contratación. Tienen que ser egresados de institutos privados o públicos. “En costura industrial tiene que saber y tener experiencia en manejar mínimamente la máquina recta”, asegura.

En cuanto a materiales de promoción para campañas publicitarias de las empresas, GraMa ofrece desde mochilas hasta tazas y otros materiales serigrafiados. “La ropa de trabajo es nuestro fuerte”, asegura.

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