De sus labios se desprenden palabras de agradecimiento a Dios por haber cambiado el rumbo de sus vidas y en sus ojos se dibujan tres palabras que coincidentemente comienzan con la letra “h”: humildad, honestidad y hospitalidad. Ellos saben que son distintos (y hasta raros para algunas personas) por lo que son y por cómo actúan frente a los demás, pero quizás se enorgullecen de decirlo a los cuatro vientos: son cristianos evangélicos.
Pierre Marcelo Salas, Andrea Vaca, José María Castedo, Emily Gorena y Luis Carlos García se han convertido en el hombro de ayuda para otros chicos que buscan que alguien los escuche o les dé una palabra de aliento.
El 1 de mayo cuatro de ellos, excepto Emily, fueron nombrados pastores de jóvenes de la iglesia Tiempo de Cambio y desde entonces se sienten más responsables con su ciudad y con su país. No bolichean y se cuidan de no tener una vida desordenada porque piensan que deben hacer cosas que agraden a Dios. Aquí nos hablan de sus vidas.
Luis Carlos García Calderón
“No se necesita el alcohol para divertirse”
Tiene 24 años y está a punto de graduarse en Administración de Empresas. Fue drogadicto por mucho tiempo pero en un centro de rehabilitación conoció la palabra de Dios y pudo dejar ese vicio. Insiste en que los jóvenes deben ser cabeza y no cola, y cree que la vida cristiana es una decisión personal.
Emily Gorena Flores
“Jesús llenó mi interior. Le doy gracias”
Es estudiante de Trabajo Social y a sus 23 años está confiada en lo que quiere hacer: influir en la vida de las personas para que Dios obre en ellas. Cuenta que su hermano se rehabilitó de las drogas gracias a que comenzó a asistir a la Iglesia y conoció a Jesucristo. Dice que el mejor ejemplo es el testimonio.
Pierre Marcelo Salas Sáenz
“Quiero cambiar a mi país”
Abogado. 23 años. Es instructor de king boxing e hijo del pastor Marcelo Salas. Afirma que los cristianos evangélicos no son aburridos como dice la gente y más bien enfatiza en que son los hombres más felices del mundo. Para él hay demasiado jóvenes que dicen ser apegados a Dios, pero que con sus actos se contradicen.
Andrea Vaca Barbery
“Mi padre no es humano, es Dios”
Es hija única y tiene 19 años. El hecho de que sus papás estén separados le produjo heridas en su corazón que Dios se encargó de curar. Ahora que es pastora tiene como objetivo dar a conocer el reino de los cielos a los muchachos. Para ella ser pastora de jóvenes es un estilo de vida distinta.
José María Castedo Barbery
“Antes solo existía, ahora vivo”
Tiene 23 años. Graduado de Derecho y cinturón negro de la academia Knock out. Cuenta que su vida dio un giro cuando se acercó a Dios. “Dejé de ser la oveja negra de mi casa”, relata. Hoy, como líder de su iglesia, planea seguir ayudando a los jóvenes de la célula que dirige. Es casado con Gabriela Morales.
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