El Plan Tres Mil no es la zona roja, como fue catalogada, debido a los hechos policiales que en ella se registraban. Tampoco es un distrito ‘dormitorio’ de obreros que trabajan en otros barrios de la ciudad. En los últimos años, sus habitantes, la mayoría migrantes, han demostrado su empuje al formar talleres y microempresas que generan empleos.
Los habitantes del Plan comenzaron a abrirse paso hasta llegar a cristalizar pequeños emprendimientos. Uno de ellos es la empresa Andrés Ibáñez, que recolecta basura; otros el taller de luthería de los hermanos Ichu, que es uno de los cuatro que existen en Bolivia para reparar violines; o la habilidad de Tarcila Montero para transformar el tradicional jabón de lejía en un producto de tocador digno de ser exportado.
El problema en la recolección de basura, que padecen los vecinos asentados en los barrios ubicados más allá del quinto anillo, fue visto como una oportunidad de negocios por un grupo de personas, todos migrantes del interior, que hace 14 años conformó la microempresa de limpieza Andrés Ibáñez.
Los vecinos se asociaron y conformaron una de las siete microempresas dedicadas a la recolección de basura domiciliaria y al barrido de calles en los barrios alejados del centro.
A este emprendimiento lo denominaron Andrés Ibáñez, en honor al líder igualitario cruceño del siglo XIX, además de ser el otro nombre con el que se conoce al distrito 8.
Pero la tarea terminó en diciembre del año pasado, cuando la Empresa Municipal de Aseo Urbano (Emacruz) decidió no renovar el contrato a las microempresas, en caso de que estas no se convirtieran en sociedades de responsabilidad limitada (SRL).
“Nos propusimos conformar la empresa y lo logramos, es por ello que el primer fruto fue el contrato por dos meses que nos dio Emacruz. También logramos la concesión en los distritos 9 y 12, donde subcontratamos a las microempresas de la zona para que presten el servicio”, indicó Agripino Villarroel, gerente de la empresa Andrés Ibáñez.
Otro emprendimiento silencioso está asentado en el barrio Paraíso de los Infantes. Es el taller de luthería Amatista, dedicado a la reparación de instrumentos de cuerda, en especial de violines, que desde 2007 han montado los hermanos ignaciano-moxeños Francisco y Alfonso Ichu Tamo.
Estos habilidosos músicos reciben el apoyo de importantes instituciones y personas dedicadas a promover la cultura, como la APAC, el Cepad, el Sicor, el BID y el padre Nicolás Castellanos, pues en Bolivia son pocos los talleres dedicados a reparar y construir instrumentos, como violines, violonchelos, violas y contrabajos.
“El taller se creó para brindar servicio a todas las orquestas del país, entre ellas a la Camerata del Oriente, del Uboldi, de Bellas Artes, la Sinfónica de Santa Cruz y otras situadas en la Chiquitania; además del instituto Laredo, de Cochabamba”, anotó Alfonso Ichu.
“En Bolivia estamos en pañales, necesitamos más de lutherías, pues solo hay cuatro talleres, uno que es el nuestro y los otros están en San Ignacio de Moxos, en Urubichá y en La Paz”, manifestó Francisco Ichu.
Pero la microempresa que sorprende es la de Tarcila Montero Ardaya, una inquieta dirigente del barrio 8 de Septiembre, que fabrica una línea de jabones orgánicos llamada Hecopehuá, palabra guaraní que significa natural. Esta artesana lleva cinco exitosos años preparando sus productos, los cuales vende en la feria artesanal de los domingos en la Manzana Uno.
“Es el mismo proceso del jabón de lejía, pero luego le mezclo alcohol para rebajar el sebo y adiciono colorantes y aromas. Incluso tengo jabones de coca”, anotó Montero.
Llaman la atención los envases de los productos, que son hechos de la corteza de los tallos de plátanos, y adornados con semillas de sirari, tamarindo y otras.
«Prestamos servicios de aseo urbano y de limpieza de vías»
Andrés Ibáñez | Agripino Villarroel
En febrero pasó de ser microempresa a Empresa de Aseo Urbano Andrés Ibáñez SRL. Con la nueva razón social, sus 60 socios y propietarios comenzaron a trabajar en la recolección de desechos orgánicos en el distrito más poblado de la ciudad, el Plan Tres Mil o distrito 8, el cual alberga a 400.000 habitantes repartidos en 33 unidades vecinales y 126 barrios. La tarea resulta ardua, sobre todo cuando llueve, porque las calles se tornan intransitables en la mayoría de las barriadas.
“Contamos con nueve volquetes, con los que salimos a recoger la basura. Así lo hemos hecho durante 14 años y ahora, como empresa SRL, pretendemos que el nuevo operador Vega-Solví nos dé un subcontrato para cubrir el D 8”, anotó Agripino Villarroel, gerente de esta empresa, la cual el 9 de marzo abrió su centro de operaciones en el barrio 20 de Mayo, cerca de Normandía.
“Queremos demostrarle a Emacruz que somos una verdadera empresa, que puede prestar un buen servicio, tanto en la recolección de residuos sólidos como en el barrido de calles. Todos los trabajadores tienen uniformes y hemos invertido en un patrimonio de $us 120.000, con lo que hemos adquirido un terreno de 3.100 m2, donde construimos un tinglado, las oficinas y además levantamos el cerco perimetral”, agregó Roller Guarachi, otro de los socios.
También cuentan con personal femenino, que se aboca más a escoger la basura inorgánica para venderla a los recicladores de plástico, cartones o vidrio. “Las mujeres barren y recogen la tierra de las avenidas. En total son 60 empleos directos y más de 30 indirectos que genera esta empresa, en la que todos sus trabajadores son habitantes del Plan Tres Mil”, dijo René Limachi.
«Reparamos violines y chelos»
Amatista | Alfonso y Francisco Ichu
Es poco común la actividad que desde 2007 realizan los hermanos Alfonso y Francisco Ichu Tamo. Se dedican a arreglar instrumentos de cuerda de orquestas sinfónicas, tanto de Santa Cruz como del interior del país. Su taller, Amatista, está ubicado en uno de los rincones del Plan Tres Mil, en el barrio Paraíso de los Infantes, un lugar tranquilo, ideal para efectuar este tipo de trabajo.
Sin embargo, los Ichu no solo componen instrumentos musicales, también los fabrican. Para ello usan maderas como mara, cedro o morado.
La habilidad innata de estos hombres fue descubierta en Santa Cruz cuando en 1997 se abrió el coro y orquesta de Hombres Nuevos. “Me postulé para violinista y solo hubo cupo para el coro. Luego vieron que me gustaba arreglar los instrumentos dañados y me dieron la oportunidad. Por ello acudí a Urubichá”, relata Alfonso.
Luego vinieron los estudios de especialización en Venezuela, que es el principal país que los colabora, y Argentina, así como también recibieron clases magistrales de maestros de música llegados de España y Francia.
Ahora, los Ichu pretenden ampliar el taller, que es el único especializado en Santa Cruz de la Sierra.
«Preparo jabones orgánicos»
Hecopehuá / Tarcila Montero
Tarcila Montero entró en el negocio por casualidad, hace cinco años, cuando una extranjera le encargó un lote de jabones orgánicos. Esta dirigente de barrio no se amilanó, porque buscó quién la instruya en la técnica, pues ella solo tenía conocimiento para fabricar artesanías.
Hoy produce dos líneas de jabones. Una de exfoliantes, o de tocador, hecha a base de glicerina. La otra, siguiendo la técnica del jabón de lejía, se cocina a leña en ollas de acero y luego se hace el baño María. Posteriormente se mezcla el alcohol para rebajar la grasa animal (sebo). Este es el producto más requerido por la variedad de olores, como manzanilla, sábila, miel, almendra, cusi y, la novedad, coca. Estos productos llegan a costar entre Bs 8 y 15 en la Manzana Uno.
Para saber del Plan
Las víctimas del turbión
El 1 de febrero de 1983, el turbión del Piraí dejó a 20.000 personas sin casas. El alcalde Sergio Antelo ubicó terrenos privados para llevarlas a lo que se conoce como el Plan Tres Mil.
Zona de migrantes
El Plan Tres Mil es una de las zonas que más crece en Santa Cruz, a un ritmo del 6,7% anual. Se estima que 400.000 personas viven en esa zona.
Servicios básicos
El Plan Tres Mil fue uno de los primeros barrios populares de la ciudad en que se construyó un servicio de aguas servidas. Fue financiado por la Unión Europea.
La segunda gran riada
La Alcaldía abrió una calle en los lotes donde fueron asentados los damnificados. Hasta la segunda riada del 18 de marzo de 1983, 900 familias estaban en el Plan.
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