La cárcel de El Abra intenta dejar atrás su oscuro pasado y convertirse en un penal modelo a través del enorme potencial de la mano de obra con la que cuenta. Un grupo de 70 internos ha demostrado que sí es posible revertir la historia de abusos y corrupción.
La carpintería, artesanía, cerrajería, pirograbado, pelotería, atarraya, zapatería y cocina son algunos de los rubros que más trabajo generan.
Si bien el propósito es la rehabilitación, estas actividades laborales constituyen una fuente de ingresos para los internos y sus familias.
Sin embargo, el apoyo al sector aún es mínimo, a pesar del esfuerzo de organizaciones no gubernamentales, la Pastoral Penitenciaria y otros organismos para dotar de los instrumentos necesarios y generar un empleo, con miras a su reinserción social.
“Nos hace falta un poco más de aceptación de la población, porque es cierto que hay personas que han hecho una y mil cosas afuera, pero aquí adentro también estamos personas que nos dedicamos a trabajar. Por un error de la vida estamos aquí y tratamos de mantenernos ocupados por lo menos para generar algo para nuestras familias”, expresó el encargado del taller de Artesanía, Miguel Quispe.
Muchos de los que ahora trabajan en los diferentes rubros recuerdan, con pena, las oportunidades perdidas por el antiguo régimen de tiranía del fallecido Ariel Tancara, que sacó rédito de la labor que realizaban estos internos y utilizó las áreas de trabajo para las fosas donde se escondían bebidas, drogas, armas y celulares.
Quispe explicó que antes participaban en ferias, pero luego ya no se pudo porque “las personas que antes estaban aquí no nos dejaban progresar más que ellos”, comentó. Ahora pretenden encontrar espacios para sacar los productos como parte de su proceso de rehabilitación.
El gobernador de la cárcel de El Abra, Juan Carlos Corrales, aseguró que desde el primer mes del próximo año se pretende tocar algunas puertas de instituciones públicas para conseguir contratos para la fabricación de muebles, escritorios y pupitres de colegios, ya que en “El Abra existe una excelente mano de obra que se está desperdiciando”.
La inclusión de los más de 500 privados de libertad en este tipo de labores permitirá iniciar un proceso para su verdadera rehabilitación, en la que es fundamental ampliar los espacios de trabajo, proveer de equipos o maquinaria para explotar la mano de obra y conseguir lugares para la comercialización de sus productos a toda la población.
“Será importante que las autoridades nos ayuden a hacer contratos ya sea en la fabricación de tinglados, carpintería, puertas, ventanas, para que el pasado oscuro de El Abra se borre”, exhortó Corrales. (Continúa en la B2).
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