Crear diseños y fundir plata forma parte de la formación de los alumnos que comparten un mismo objetivo: crear o mantener sus empresas dedicadas a la joyería.
Cada día, a partir de las ocho de la mañana, las manos de los estudiantes aprenden a elaborar detalles que dan vida a estas piezas.
La concentración reina en los ambientes del Centro de Innovación Tecnológica de Joyería de La Paz (CITE). Sentados en sus estaciones de trabajo, los alumnos del curso básico dan forma poco a poco a anillos, dijes, collares, aretes y otras piezas utilizando herramientas y sopletes para lograr el diseño concebido en su imaginación.
El CITE de Joyería, dependiente de la Oficialía Mayor de Promoción Económica del gobierno municipal de La Paz, fue creado en 2006 con el objetivo de promover la formación de técnicos en joyería y fortalecer la competitividad en este sector.
Hasta 2012, alrededor de 32 nuevos emprendimientos fueron impulsados por este centro de formación.
"Tratamos de dirigir los cursos a las personas que quieran emprender un negocio en la joyería o que quieran emplearse en el rubro. La ambición del CITE es hacer crecer la industria. Desde su creación se ha formado a unas 400 personas”, explica el coordinador del CITE de Joyería, Mauricio Crespo.
El curso básico dura seis meses y tiene un costo de 300 bolivianos por mes.
Una vez concluido este semestre, los alumnos podrán acceder a diferentes cursos de especialización como la filigrana, tejido con hilos de plata, o la vitrofusión, una técnica ancestral que consiste en trabajar el vidrio somentiéndolo a altas temperaturas obteniendo colores y efectos de luz.
Artesanal y amigable
En un ambiente contiguo los alumnos, y joyeros que ya iniciaron sus propios emprendimientos, funden la plata para vaciarla en lingotes de los que se obtienen placas y barras.
Una de las innovaciones del centro tiene que ver con la protección del medio ambiente y la salud de los joyeros. Al momento de limpiar las impurezas de las barras se utilizan sustancias que han reemplazado al corrosivo ácido sulfúrico, que además es contaminante y su manipulación es peligrosa.
Una vez concluido el proceso, las chapas o lingotes pasan a las laminadoras, donde modifican el grosor o dimensiones para que se pueda trabajar a mano con el metal.
El camino del oficio
Los únicos requisitos para ingresar al curso básico de joyería son tener cumplidos 18 años y ser bachiller.
Una de las mejores alumnas es Inés Fiorilo, de 24 años, que lejos de conformarse con la carrera de ingeniería industrial -que actualmente cursa- decidió estudiar joyería para fundar su empresa.
"Hay que tener mucha imaginación, voluntad y buen pulso. Después de pasar el curso básico me gustaría especializarme en joyería industrial, área que también se enseña en el centro”, apunta la estudiante.
Otro de los alumnos destacados es Álvaro Calderón, de 61 años, jubilado hace alrededor de un año de la administración pública. Para este exfuncionario de la Cancillería, la joyería representa una nueva etapa en su vida.
"Uno sabe sus capacidades en ciertos trabajos manuales. Yo lo veo como una iniciativa reciente en mi vida. Dediqué muchos años a la administración pública y esto representa un nuevo camino”, destaca.
La aspirada titulación
La joyería ha sido un oficio familiar y de aprendices que se transmite de generación en generación y el grado de formación a nivel técnico es reconocido por las instancias de educación correspondientes.
Las personas que se capacitan en el CITE de Joyería concluyen los cursos y reciben un certificado de estudios . Como alternativa al reconocimiento formal de su oficio, los joyeros que ya tienen emprendimientos, en talleres o empresas, se encuentran actualmente en un periodo de certificación que respalda su oficio a cargo de joyeros experimentados seleccionados por la UMSA y el centro.
"En este momento no tenemos un título que los respalde como técnicos. Ellos salen con un certificado de aprobación de lo que se ha hecho aquí. Por ello estamos haciendo el trabajo con la UMSA que es una certificación laboral”, explica Crespo.
Después del periodo inicial de formación y los cursos de especialización los emprendedores participan en el concurso Suma Lurata o en la Expo Joyería y Artesanía. Según datos del centro, se estima que el 50% de los beneficiarios de los cursos trabaja en la manufactura de joyas por cuenta propia.
Estos alumnos dedican horas de aprendizaje, aplicando la imaginación en materiales donde la calidad de los detalles milimétricos marca la diferencia de una joya. Una pieza inédita puede convertirse en el primer paso para dar el salto de artesano a empresario.
Formación en joyería industrial
Además del proceso artesanal, el CITE de joyería cuenta con un área dedicada a la enseñanza de la producción industrial de joyas. Los cursos se inician con el aprendizaje de un software especial que sirve para el diseño y posterior manejo de la maquinaria.
Gracias a ello se logra un diseño 3D de las piezas para que luego una máquina realice el modelado del prototipo en cera rígida; luego éste es reproducido en el metal. En el proceso se utilizan moldes de yeso y goma y varias máquinas especializadas para la producción de gran cantidad de joyas.
Toda la maquinaria para la producción industrial y artesanal se alquila a los alumnos que inician su emprendimiento y también a joyeros externos que utilizan estos equipos, algo que ocurre sobre todo antes de la Entrada de Gran Poder.
Detalles de los cursos
Iberjoya En 2011, seis de las diez empresas bolivianas que participaron en la Feria Internacional Iberjoya, en Madrid, España, fueron emprendimientos creados por alumnos del CITE de Joyería de La Paz.
Subvención Actualmente, la Alcaldía de La Paz subvenciona al CITE de Joyería en un 90% y el resto de fondos se adquiere del pago de los cursos y el alquiler de los equipos.
Cooperación Los equipos del centro fueron donados por la Cooperación Española.
Capacitación El centro organiza talleres y participa en proyectos de organizaciones como Save The Children.
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