Con seis hijos a cuestas y un nieto que cuidar, Donata Soliz Chirari, de 56 años, no sabía cómo ganarse el sustento diario sin alejarse de su hogar. Uno de esos días cuando estaba sumida en una depresión, observó un letrero donde ofrecían cajas de embalaje. “No sabía de qué tipo eran, enseguida tomé unos pesos que tenía ahorrados y compre una camionada”, afirma esta mujer oriunda de Chuquisaca, y cuyo esfuerzo y fe en Dios nunca claudicaron. Junto a su hijo David Vaca, su mano derecha en este empredimiento, dio rienda suelta a su creatividad y empezó a transformar las cajas en elegantes armarios, los que se vendieron como ‘pan caliente’ en los colegios y a vecinos de la zona. De ahí en adelante la historia es otra.
Emprendimiento en ascenso Hoy lidera el negocio familiar Recicla Arte y Madera, que ya se ha hecho acreedor de varios reconocimientos. Uno de ellos es el de TIC Bolivia, de donde recibió premio al mejor empredimiento económico Young Americas Business Trust; asimismo, de Soboce que calificó a Recicla Arte y Madera como la mejor iniciativa entre 60 proyectos del país.
Actualmente fabrica costureros, islas de exposición de productos, mesas comedoras y de planchar, maceteros, además de muebles de cocina y bancas, reutilizando todos los residuos de madera.
Pero Donata no se detiene y ahora ha puesto sus ojos en los desechos de vidrio, cartón y plástico para transformarlos en obras de arte y en objetos útiles. “Gracias al ojo que Dios me ha dado”, dice, y no es mentira, pues hasta los pedacitos sobrantes de los muebles que elabora los convierte en juegos didácticos. El esfuerzo y sacrifio tienen su recompensa, se ha beneficiado con asesoramiento técnico, con crédito para maquinaria y tiene contactos con empresas y organizaciones que le han abierto puertas. Además Donata ha decidido impulsar su negocio contratando mano de obra en la cárcel de Palmasola y en un hogar de jóvenes adictos a las drogas.
Su taller está instalado en una precaria vivienda que alquila en Ciudad Satélite y su sueño es tener casa propia y un buen local para trabajar.
Un camino largo y duro
Pero el éxito no llegó de manera fácil. Donata, que es padre y madre para sus hijos, buscó el sustento de todas formas, vendió comida y empanadas en el Plan Tres Mil, incluso tuvo que migrar a Argentina en busca de mejores ingresos y luego lo hicieron tres de sus cinco hijos varones, pero las cosas no salieron como ella esperaba, por lo que junto a sus hijos tuvo que recomenzar en la capital cruceña. Donata ahora tiene una empresa que cuenta con cinco máquinas, y el sustento es seguro para su familia
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