De empleada doméstica a una exitosa empresaria en eso se ha convertido Alvina Valdivia Guzmán que desde hace 13 años se dedica al rubro de la ferretería y demás materiales para la construcción. Con $us 500 comenzó a formar su patrimonio que hoy superan los $us 100.000. Su negocio lleva el nombre de Alejandra porque así se llama su hija mayor, pero todos la conocen a ella así. Su ferretería está situado en el séptimo anillo al norte.
¿Cómo se inició en este rubro?
Yo trabajaba como empleada doméstica en una casa y me pagaban Bs 400 el mes. No me trataban mal, pero no era lo que quería para mi vida, eso ya es parte del pasado. No tenía hijos en ese entonces, pero quería recibirlos con una mejor calidad de vida. Mi suegro tenía su caseta en el séptimo anillo, donde ahora se paran los camiones que venden ladrillo y arena, yo lo ayudaba porque él era mayor y no podía atenderlo solo. Después ahorré $us 500 y le compré la caseta, pero la municipalidad nos retiró y tuve que alquilar aquí en esta esquina. Ahora ya toda la esquina y la casa es mía.
¿Cuánto mueve su negocio anualmente?
Constantemente me provisiono de material, antes yo iba en micro a la feria a comprar mis productos, las comerciantes se sorprendían de ver a una mujer haciendo compras de clavos, tuercas, cemento y demás cosas. Yo no sabía nada de este negocio. Al principio todo un año estuve sola porque mi esposo también era asalariado. Ahora me traen todo aquí a la puerta. Hasta me dejan sin que les pague, las empresas confían en mí. Todo el tiempo hay movimiento económico en mi puesto, la casa la compré en más de $us 30 mil, más lo que tengo en material se puede decir que he triplicado mis ingresos y ganancias. No me puedo quejar.
¿A cuántas personas genera empleo?
Actualmente trabajo con cuatro muchachos y mi esposo me colabora, él también dejó su trabajo un año después que yo me inicié en esto porque vio que lo hacía bien y que todo prosperaba. Mi local lleva el nombre de Alejandra pues así se llama mi hija, la mayor. Ahora tengo otra bebé de dos meses Jasmín, ambas son el motivo para que yo siga creciendo, al fin y al cabo esa es nuestra obligación de padres dejarle un buen futuro a nuestros hijos. No hay secretos para el triunfo sino la voluntad de querer hacer bien las cosas.
¿Qué garantías les ofrece a sus proveedores?
He ganado muchos premios tanto de la cementera Warnes como de la empresa Sinteplast. Entonces supongo que esas distinciones demuestran que confían en mi. Mi responsabilidad, seriedad y trato que doy al cliente creo que son la base de todo. Insisto si uno no se esmera no consigue nada, nosotros de la nada hicimos nuestro negocio. Todo nuestro dinero, está invertido en la ferretería, en la casa y en el auto que tenemos.
¿Cómo organiza su tiempo entre el negocio y la familia?
A ambos los tengo aquí conmigo, gracias a Dios en mi casa está el negocio y mientras cuido a mis hijas, también estoy al tanto de lo que ocurre. Una mujer es el pilar del hogar, si el hombre es flojo tenemos que motivarlo, cuando hay amor todo se puede, cuando se cree en Dios ni se diga, llueven las bendiciones. Soy católica, y en cada venta, así como me ven que recibo dinero, es en ese momento preciso que doy las gracias al Señor, porque sino fuera por Él nada de esto hubiese sido posible.
¿Cuál considera que es la fórmula si dice que no hay secretos?
Comenzando con la fe en Dios, que mi esposo cree en mí y yo en él, que sabemos que una familia debe mantenerse unida pese a los problemas, nos debemos a nuestras hijas y no podemos permitir que nos vaya mal. Eso repercute en nuestro trabajo, el cliente se va satisfecho porque ofrecemos productos a precio de costo. Todos me preguntan lo mismo, pero no hay grandes descubrimientos, abro mi negocio a las 7:30 y trabajo horario continuo hasta las 18:30. Todo el día recibo gente, no sé cuántos pero son muchos. Es un chiste acordarme cuando empecé, confundía los nombres de las tuercas o tamaños de los clavos, pero gracias a Dios mis clientes corregían esos errores, ahora nadie me la charla. Sin mi esposo a mi lado el éxito no fuera tan grande. No sé si a todo esto le puedo decir fórmula, pero es así como crecí.
Hay que valorar el esfuerzo de todos
Alejandra, como más se la conoce a Alvina, contó que otro detalle que hace de su negocio exitoso es que sabe tratar con dignidad y respeto a sus trabajadores. "En temporadas de vacas flacas, no me quedaba más que pedir a mis trabajadores que se vayan, pero ni bien me volvía la buena venta, ellos también retornaban. Ahora trabajo con cuatro muchachos, que cargan, ofrecen y cuidan todo lo que hay aquí. Yo devuelvo esa atención con una buena paga", señaló la mujer, que demostró que también gusta de la fotografía.
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