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lunes, 23 de mayo de 2016
El problema de la productividad en América Latina
En un contexto del énfasis excesivo en el corto plazo en desmedro del largo plazo, incluso se puede llegar a decir que más importante que los bomberos es el mismo incendio, para caricaturizar el orden de prioridad en el tratamiento de los problemas económicos. El tema de la productividad es una de las cuestiones pendientes de la región de América Latina, que ha sido desplazado por el shock externo de los precios de los commodities.
Es por eso que me llamó la atención un paper del BID, titulado La Brecha de la Productividad en América Latina (IDB-WP-692), que trata de explicar el lento crecimiento de los países de la región respecto a los del este de Asia en las últimas décadas. El enfoque dominante era que la diferencia en el crecimiento entre ambas regiones se debía a las diferencias entre las tasas de inversión, así como en la proporción de la inversión respecto al PIB (coeficiente de inversión), es decir, debido a diferentes procesos de acumulación del capital. Así se ponía como ejemplo que las inversiones en China representan el 46% de su PIB y en India el 32%. La idea era alcanzar el coeficiente de inversión del 29% como Corea del Sur para cerrar la brecha. En 2015, Bolivia registró un coeficiente de 21,3%, el más alto desde la época de la capitalización cuando en 1998 las inversiones representaron un 23,2 % del PIB.
En contraste, el trabajo postula que el rezago en la productividad total de factores (TFP por sus siglas en inglés) como medida de la productividad y eficiencia, juega un rol clave para entender estas diferencias en el crecimiento. Encuentran que el insuficiente crecimiento de la productividad más que las limitaciones en la disponibilidad del capital físico y el capital humano, incluyendo el efecto de la educación, explican el estancamiento relativo de América Latina en cerrar la brecha para alcanzar a los países emergentes de Asia.
El lento crecimiento económico de la región se debería al lento crecimiento de la productividad, la cual está sólo a la mitad de su potencial y no alcanza su frontera, como en el caso de los países del este de Asia.
Un dato muy interesante es su comparación con Estados Unidos. Para un periodo 1960-2010, tomando como base el año de 1960 = 100, el índice de productividad de Estados Unidos llegó en 2010 a 125 mientras que el de la región está en 0,78. Otro dato es si el nivel de productividad de un país típico de la región se compara con la productividad en EEUU, se encuentra que está en torno a un 52%. Sin embargo, existe una amplia diversidad en los niveles de la productividad a nivel de los países de la región como se observa en el gráfico. Así, se encuentran entre los más altos Panamá, Venezuela, México y Chile, y en otro extremo están Honduras, Bolivia y Paraguay. Respecto al nivel de la productividad de Estados Unidos, Bolivia estaría a un tercio y Chile a un 65% de dicho país.
En los temas de crecimiento existe el enfoque prevaleciente, sobre todo en los organismos internacionales, de la convergencia, es decir de la disminución de las brechas entre países adelantados y en desarrollo. En el largo plazo, debido a que las economías atrasadas crecerían más rápidamente que las avanzadas terminarían
alcanzándolas.
El problema de la brecha de la productividad, según el paper, contribuiría a tratar de explicar la brecha en el ingreso o en el PIB per cápita respecto a Estados Unidos, medido en términos de la paridad del poder de compra (PPP por sus siglas en inglés). En el gráfico, para el año 2010, se observa que la brecha relativa de un país típico de la región tiene un nivel de PIB per cápita equivalente a un 20% del nivel del ingreso de Estados Unidos; Chile estaría entre los más altos con un 30% de su ingreso per cápita y Bolivia estaría con un 10%.
El paper termina con una recomendación poco usual y fuera de la receta proveniente de organismos internacionales. Muestra que no hay evidencia de que las políticas para facilitar la acumulación física de capital y la promoción de la inversión extranjera "ayuden a cerrar la brecha de la productividad” y que se requiere de políticas de productividad que faciliten la relocalización de los recursos productivos.
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