Un día, Raquel Orellana quiso llenar de rosas un lote en la localidad de Bella Vista, en Quillacollo. Pero se encontró con un problema: tuvo que acudir a muchísimos propietarios, le tomó bastante tiempo y el resultado, en estos casos, no siempre es alentador: el producto no tiene una calidad uniforme.
Entonces se le ocurrió una idea que la puso en práctica en chiquito, con buenos resultados, y que hace un par de semanas le sirvió para ganar el primer premio del concurso EmprendeIdeas Mujer, organizado por Soboce. ¿La idea? Clonar plantines para venderlos.
Raquel no es agrónoma (el agrónomo es su esposo, Juan Carlos, con quien hace equipo de trabajo), pero, gracias a las becas conseguidas durante su vida de estudiante, ella aprendió mucho con los estudios que hizo en Rusia, donde se graduó en ingeniería tecnológica, y en Suiza, donde hizo maestrías en química orgánica. Justamente allí fue donde conoció la técnica de clonación de plantas in vitro, y ahora que está en Bolivia decidió aplicar sus conocimientos inicialmente en laboratorios de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) y después en el Centro de Investigaciones Químicas, que también funciona en Quillacollo, y cuyo propietario, Marcelo Bascopé, apoyó el proyecto en cuanto lo conoció.
Se comenzó con el lisianthus, muy reclamado en el mercado de las flores, con excelentes resultados y una venta casi inmediata debido a su alta calidad. Después se probó con frutales: manzanos y duraznos, también con resultados prometedores, aunque éstos aún no se los ha comercializado.
Los resultados de la investigación constituyen una gran alternativa para floricultores y fruticultores. Por eso, surgió la idea de fundar Agro BioTech Bolivia para ofrecer los plantines al por mayor y con valor genético agregado y cubrir el 10 por ciento del mercado local de flores y frutas. Se puede vender, por decir, mil plantines de la especie que el cliente pida a 15 o 25 bolivianos la unidad.
También se ofrece fertilizantes y asesoramiento en cultivos, y se espera la certificación del Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria Forestal (Iniaf) y del Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag), una vez que estas instancias concluyan la normativa para floricultura y fruticultura.
Así, este proyecto es todo un reto no sólo empresarial, sino también científico, considerando el poco acceso a la tecnología en Bolivia. En contrapartida, los efectos multiplicadores no se quedan en la emprendedora y el cliente, que tendrán plantines mejorados, homogéneos y sanos, sino que se extiende a la sociedad, la economía agrícola y la seguridad alimentaria.
Por eso, después de un largo proceso de selección y capacitación, EmprendeIdeas Mujer entregó finalmente el premio de 40 mil bolivianos a esta iniciativa.
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