Uno de los mayores problemas que deben enfrentar las empresas alteñas es la adquisición de maquinaria, la cual si bien en ocasiones puede ser importada el precio de mantenimiento y respuestas es excesivamente costoso, por lo que prefieren que las empresas nacionales puedan ser las que construyan estas maquinarias a un precio y mantenimiento accesible, afirmó Modesto Guarachi, propietario de Molino El Paraíso.
“En estos momentos estoy con unos molinos a martillo y lo que ahora necesitamos son los molinos a rodillo, los cuales permiten realizar la molienda del granos como ser maíz, quinua, haba, arveja de manera fina, que me permita acabar por lo menos con 1.000 quintales diarios”, explicó.
En la actualidad Guarachi sólo estaría trabajando 150 quintales con el molino a martillo, pero su producción requiere mayor tecnología.
El encuentro desarrollado por parte del Instituto de Investigaciones de la Universidad Pública de El Alto (UPEA), sirve como referencia para la adquisición de la construcción de una maquinaria diseñada y construida en el país, con el propósito de que reduzca los costos de 150 mil dólares americanos que le costaría a Guarachi la compra de un molino a rodillo hecho en China, con la exigencia de que también debe invertir en el mantenimiento con técnicos chinos y repuestos de ese país.
“Es por eso que estoy buscando una maquinaria hecha en Bolivia, para dar empleo a nuestros mismos correligionarios”, concluyó.
PANADERÍA
Natividad Quispe es una de las propietarias de la “panificadora Vico”, quien tiene experiencia de haber contratado a una empresa nacional proveedora de maquina con la compra de una “tecnología hechiza”, de Maquinbol que chapea un quintal en tres minutos a diferencia de la maquina extranjera que mescla la harina y los demás ingredientes en más de 10 minutos.
“Nos falta valorar las creaciones nacionales a las empresas que como la mía cada vez depende de maquinarias de mayor tecnología. Es por eso que ahora estoy buscando que una empresa de metalmecánica pueda construir un modelo similar al extranjero para poder hacer el boleado de la masa que permita acelerar el proceso para la elaboración de 5.000 panes”, indicó.
Para la panificadora de Quispe, la inversión realizada en una chapeadora (mescladora de ingredientes) no tiene sentido si la misma no está acompañada por otra maquinaria que le permita hacer el boleado de las masas en la misma proporción que se genera.
“Porque si no hacemos con la misma rapidez las bolitas de la masa, esta se agría y en el país no hemos encontrado esta máquina que queremos, pero si pude ver que hay en el extranjero y es por eso que estamos buscando la manera de que la empresa de metalmecánica pueda copiar el modelo y diseñarlo para nosotros”, detalló.
Una boleadora en el extranjero tiene un valor aproximado de 90 mil dólares, sin incluir costos de internación al país y menos el mantenimiento de la misma, por lo que solicitan que el modelo sea aprendido por otra empresa o por los estudiantes de la UPEA, es un reto que Quispe está dispuesta en lograr gracias al mencionado encuentro empresarial.
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