domingo, 15 de enero de 2017

Billetes de Alasita, un negocio familiar de más de cinco décadas


La elaboración y distribución al por mayor de los billetes del Banco de la Fortuna que se venden en la Alasita se ha convertido en un negocio de al menos cinco décadas al que se dedican familias que pasan la tradición de generación en generación.
Aunque los orígenes conocidos de la Alasita se remontan al siglo XVI, no fue sino hasta hace al menos 50 años que el dinero de fantasía se introdujo en la fiesta del Ekeko.
Varinia Oros, investigadora del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef), indica que los ejemplares más antiguos que conserva ese recinto cultural datan de 1970.
“Son copia fiel de los billetes de circulación” regular, “pero de papel sábana, no tan finos como los de hoy” y con la imagen de “la Virgen de Copacabana” impresa con la técnica de decoración artesanal “stencil, que era como una fotocopia más manual”, recuerda la también curadora de la Colección de Alasita del museo.
Cléver Cárdenas, investigador del Musef, comenta que las miniaturas de “papel moneda” podrían haberse originado a principios del siglo XX, en las “ferias de ciencia y tecnología” paceñas —en las que “las imprentas lanzaban novedades”—, pero que la costumbre de comprarlos puede haber surgido hace “más de 50 años”, cuando la celebración —en principio eminentemente rural— ingresó con más fuerza a las ciudades.
  • El ‘papel moneda’ de la década de los 70. Así lucían los billetes que circulaban en la fiesta del Ekeko en la década de 1970. Las muestras se pueden ver en el Museo Nacional de Etnografía y Folklore.
Sin embargo, reconoce Oros, “no sabemos por qué se empezaron a sacar los billetitos”, que primero tenían el rótulo del Banco de Alasita y luego del Banco de la Fortuna.
Rómulo Sanjinés, propietario de la imprenta Maquev (Morir Antes que Esclavos Vivir), ubicada en la calle Linares, cuenta que comenzó a producir “la plata” del Ekeko “hace 45 años”. “El trabajo de impresión empieza en noviembre”, al igual que la venta de estas miniaturas. “Los billetitos se llevan no solamente a La Paz, sino también a El Alto, donde ha crecido mucho la feria, y además para el interior del país”, afirma el gráfico, quien trabaja el negocio ya tradicional con su hijo, yerna y nieta.
Evelín Grájeda, operaria de Maquev, explica que el proceso de fabricación del “papel moneda” es simple pero minucioso. Primero se escanea un billete normal, luego se retoca la imagen y se añaden las figuras del Ekeko o de la Virgen de Copacabana. Después se queman las placas, se imprimen los diseños en papel bond, se cortan las hojas estampadas y se distribuye “el dinero” para su venta. Para que la apariencia de los billetitos sea similar a la de los originales, las placas se renuevan cada vez que hay cambios en las series o nuevas medidas de seguridad.
Sanjinés asegura que en su taller se obedece al pie de la letra la recomendación del Banco Central de Bolivia, que recuerda que los billetes de Alasita deben ser al menos 50% más chicos o 50% más grandes que los originales, pero en ningún caso iguales, lo que está legalmente prohibido. Estas medidas permiten continuar con la tradición sin que la reproducción sea tipificada como delito de falsificación de la moneda nacional.
“Los minorista se llevan en promedio unos siete paquetes de cada corte”, de Bs 10, 20, 50, 100 y 200, sostiene Grájeda, cuya imprenta, al igual que otras de la ciudad, también ofrece cortes de $us 20, 50 y 100, y otras monedas extranjeras, como los euros y los pesos argentinos, a pedido.
Estas miniaturas serán vendidas desde los próximos días para ser contadas por los creyentes al mediodía del 24 de enero con la esperanza de que el Ekeko las haga realidad.
  • Diseño, un proceso simple pero detallado. Luego de escanear un billete original, se retoca el diseño, se añaden las figuras del Ekeko o de la Virgen de Copacabana y se reduce el tamaño de la imagen.
Nancy Cuevas, quien imprime los billetitos en El Alto y luego los distribuye desde su tienda en la Linares, recuerda que comenzó a vender estos productos a los 12 años, junto a su mamá. “La producción empieza a medio año. Hacemos primero para la festividad de Urkupiña (Cochabamba) y luego para La Paz”, explica la comerciante, quien sigue la tradición familiar a sus 60 años.
DINERO. Estas miniaturas no solo se venden en la Alasita de La Paz, si no también en festividades similares en Potosí (en abril), Tarija, Sucre (ambos en julio) y Santa Cruz (en septiembre). Cuevas indica que en la festividad paceña vende unos 100 paquetes, cada uno con 40 fajos de 1.000 billetes de diferentes cortes, lo que representa un ingreso de unos Bs 56.000.
“Abrimos el 20 de diciembre. La gente lleva 1.000 billetitos a Bs 14”, dice Rosario del Pilar Quisbert, hija de Cuevas y responsable de la tienda de distribución al detalle de su familia en la Linares, mientras su primo de nombre Américo llega al lugar con más paquetes, así como un turista que después se lleva un manojo de “la platita” como recuerdo.
“Llevan los billetes a las ferias de todos los departamentos. Vienen a comprar todo el año”, dice Grájeda.
  • El fajo tiene mil unidades de diversos cortes. Lo más moroso y difícil, según los encargados de las imprentas, es cortar los billetes y ordenarlos en paquetes de 1.000 unidades para su posterior venta.
Nancy Bustamante, “casera” minorista de Sanjinés, recuerda que con su papá siempre ofreció el “papel moneda” de fantasía en la Garita de Lima. “Ahora —declara— llevamos unos 60 fajos y los vendemos con la bendición de Don Rómulo”, quien antes de entregar los billetitos a los comerciantes los ch’alla con alcohol, mientras pronuncia una oración para la Pachamama. Estos productos “se venden con la fe que tenemos”, asegura.

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