Interesado por conocer cuál es la situación del liderazgo en la región, tuve la oportunidad de tener una larga charla con dos promotores del liderazgo adaptativo que viajan por toda la región de Latinoamérica impulsando el desarrollo de una de las más modernas tendencias del liderazgo que han desarrollado en la Universidad de Harvard, ellos son Alberto Suárez Ledo y Gustavo Velásquez, de Cambridge International Consulting.
En la región pensamos de una manera distinta que en Canadá y Estados Unidos; en los países de Latinoamérica el liderazgo se vende como una visión autoritaria, caudillista, lo que ha ocasionado desde la óptica social que siempre se esté pidiendo que alguien nos venga a solucionar nuestros problemas, que un líder, más bien un caudillo, nos venga a salvar. Este modelo que nace en la conquista, es el modelo autoritario que se ha perpetuado en la cultura política, económica y social.
A consecuencia de esto, los líderes empresariales han respondido al mismo impulso, desarrollándose los cacicazgos empresariales y sus respectivos monopolios de alguna u otra manera con una gran dosis de autoritarismo y, por ende, para dar balance, socialmente se han generado salvadores sociales, que se han enfrentado a estas corrientes autoritarias. ¿Será por esto que en la historia de nuestros países existen hojas y hojas dedicadas a estos próceres y nuestras plazas están llenas de estatuas de todos estos líderes? En la región además hemos creado una cultura de idolatría a este tipo de liderazgo.
Desafortunadamente, como dice Suárez, bajo este esquema, en la región encontramos que el liderazgo está directamente relacionado con una autoridad forzada y ése se ha convertido en el camino fácil tanto para líderes como para la misma sociedad, el camino del autoritarismo es fácil para las sociedades, ellas veneran al que pega más gritos y los líderes se esfuerzan muy poco y no se preocupan por educarse.
Ahora, con la globalización y el desarrollo de la democracia se abrió el panorama, llegaron inversiones, hay que estar abiertos al mundo, llegan nuevas corrientes de pensamiento. La misma sociedad exige más y es tiempo de que políticos, empresarios y la misma sociedad viva y enfrente de una manera distinta los retos sociales, económicos y políticos en su comunidad; la única constante es el cambio, pero ¿cómo enfrentarlo, como influenciarlo o como liderarlo?
¿Con el mismo autoritarismo? Imposible, esto ya no se acepta tan fácilmente en la sociedad y menos en las nuevas generaciones. En el ámbito empresarial, el posicionamiento de liderazgo ha caído en las etiquetas y recetas fáciles: ser líder para ser exitoso, rico y visionario. Eso generará una posición, poder e influencia, que al fin de cuentas es la cara empresarial de esa carga autoritaria que venimos arrastrando en nuestras culturas. Y cabe decir que esta relación autoritarismo-poder, combinada con un bajísimo nivel de educación ética en nuestras culturas, es una fuerza que nos ha llevado por el mal camino de la corrupción en todas sus vertientes.
Esto ha llevado a que el liderazgo vendido en la región esté totalmente alejado del verdadero objetivo de un líder: enfrentar problemas, generar transformaciones, cambios y, todo esto, con una visión de permanencia en las personas involucradas.
El líder del futuro, dice Suárez, significa no tener la verdad, sino encontrarla en conjunto con los demás. Implica riesgo, convencimiento, construcción e influencia. Definitivamente no es un camino fácil y, para recorrerlo, no se cuenta con recetas.
Como vemos, estamos en el momento justo de quitarnos de encima esta carga negativa de las etiquetas del liderazgo que están basadas en la figura de un redentor. Para muestra, seguimos teniendo en la política los caudillos que hacen que la región no avance. Ahí vemos a Venezuela, Ecuador y ahora de nuevo Nicaragua con una pareja presidencial que no sabemos en qué va a acabar.
¿Será que éste es el autoritarismo por el cual los jóvenes no se sienten a gusto con el liderazgo? También es cierto que ante estas viejas prácticas, poco espacio se les ha dado a ellos, ya que a las viejas generaciones les da miedo soltar las decisiones.
* Estratega, innovador y experto en asuntos públicos. Parte de la Red Forbes.
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