lunes, 18 de abril de 2016

Aprendiendo a emprender



Inés despierta a las 5:30; enseguida se viste, se lava la cara y las manos con un poco de agua helada, desayuna y sale a la calle junto con sus dos hermanos, para trabajar. Media hora después se encuentra con sus pares, en el lugar de siempre, donde se distribuyen los periódicos de El Potosí. Pero esta vez también está allí Tamara, una joven vanguardista española, guapa, con tatuajes y sonrisa franca, que desde hace un tiempo la acompaña para enseñarle a mejorar sus ventas.

Juntas hacen todo el recorrido que cotidianamente sigue Inés, desde las 6:30 hasta más o menos las 10:00. En ese lapso Tamara, una menuda belleza ibérica, le enseña a la niña potosina cómo debe hablar y saludar a las personas, cómo ofrecer el periódico y vender los titulares para conquistar a los clientes. También la guía con otras estrategias para que se canse menos.

La vivaz pequeña no pierde detalle, escucha todo y aplica. Tiene gran potencial y un futuro prometedor, según dice la voluntaria.

Como esta dupla hay cuatro más. Todas desempeñan el mismo trabajo en distintos sectores de la ciudad…

Aprendiendo a emprender
La arquitecta y empresaria potosina Ruth Velasco Garrón, gestora y financiadora del proyecto “Aprendiendo a emprender”, explica a ECOS que aprovechó la experiencia que tiene en el área empresarial para transmitir sus conocimientos a los canillitas con el fin de que en el futuro tengan un instrumento que les permita iniciar algún negocio.

Así nació el proyecto piloto “Aprendiendo a Emprender”, con la metodología de la “mejora continua de la calidad”, aplicada al trabajo cotidiano que realizan los canillitas. El método práctico y útil para cualquier tipo de negocio se aplicó en términos básicos y sencillos y a medida que las circunstancias lo permitieron.

“Sin entrar en justificaciones o críticas al sistema económico social boliviano, sin pensar en la pertinencia o no de un trabajo infantil, se propuso la oportunidad de desarrollar un nuevo enfoque al trabajo que vienen realizando PASOCAP y Tierra de Hombres (TDH) en beneficio de los niños, niñas y adolescentes trabajadores (NATs) de Potosí”, detalla Velasco.

La tarea estuvo a cargo de los voluntarios españoles Tamara Puertas, Jonatan Torre, Víctor Velasco, Juan Fernández y David San Segundo. Todos, menos el segundo, son estudiantes de Pedagogía de la Universidad de Burgos (UBU) de España y su llegada fue posible gracias a un convenio que la doctora Dolores Fernández logró con Pasocap.

CARITAS proporciona alojamiento a los españoles pero los gastos de pasajes, estadía y alimentación corren por cuenta propia, explica Velasco.
“Estos jóvenes extranjeros son un ejemplo porque llegaron de otros países para trabajar con los canillitas potosinos. Todos los días los vemos caminando con ellos en las calles desde tempranito, mientras que los universitarios de aquí ni se interesan en ellos”, opina Victoria Ramos, dueña de una tienda de barrio.

En el transcurso del proyecto también participaron personas del mundo del arte y la educación, como Chiri Huayrita y Bibliocletas por el Mundo (compañía internacional de títeres), ayudando con sus capacidades comunicativas a transmitir a los canillitas los conceptos que se manejan en el mundo empresarial.

Inicialmente se inscribieron 35 canillitas pero, como son una población flotante, solo quedaron 13, de los que una es niña.

“Mejorar sus actuales indicadores de venta e inversión, transversalizando con estos conocimientos los conceptos de valores, liderazgo, autoestima y otros, e internalizar un conocimiento que en su etapa adulta les permita desarrollar un pequeño, mediano o gran emprendimiento económico fueron las razones técnicas del proyecto”, explica la empresaria.

Según Velasco, los resultados son satisfactorios porque los canillitas incrementaron sus ingresos y redujeron su tiempo de venta, por lo tanto, los kilómetros de recorrido. Asimismo, rebajaron los gastos y ahorraron más para la inversión en sus familias o en ellos mismos.

La presencia de los vendedores de periódicos en las calles se volvió tan habitual que se invisibilizaron: nadie se detiene a observarlos y a analizar por qué trabajan desde tan pequeños…

“Todos podemos ‘aprender a emprender’ y hacer que los hijos de esta niñez trabajadora, mañana vivan una verdadera niñez y no tengan que reproducir este patrón de vida. Posiblemente esta propuesta pueda contribuir en parte a este sueño”, concluye, emocionada, Velasco.

“No se me van a olvidar nunca”
Jonatan Torre (30 años)
“No me costó relacionarme con los niños, pero a ellos sí les costó abrirse conmigo para contarme sus cosas debido a su timidez. Es muy lindo y reconfortante cuando consigues algo, ver cómo se expresan los niños a la hora de vender el periódico, los tiempos y las mejoras en el recorrido. Esta experiencia ha sido muy bella, no se me van a olvidar los niños nunca”.

“Entiendo por qué lo hacen”
Tamara Puertas (28)
“No estoy de acuerdo en que tengan que trabajar los niños, pero entiendo por qué lo hacen. Los niños son el futuro y el desarrollo de un país, y hay que cuidarlos como los tesoros que son. En España está prohibido el trabajo infantil; si un niño trabaja, encarcelan al padre o a la madre. Allí se tienen los hijos en función al dinero que tienen los padres; lo normal es tener uno o dos”.

“Es duro andar tantos kilómetros…”
Víctor Velasco (24)
“Es duro andar tantos kilómetros por zonas con mal acceso y vivir al día para llevar dinero a casa, porque si no tienes ese extra se pasan penurias. Pero no todo es horrible, también tienen momentos entretenidos entre ellos. Pero, en el fondo, están trabajando. Espero que el trabajo les ocupe el menor tiempo posible, que tengan más tiempo para desarrollarse como niños”.

“Eran reacios a seguir mi ejemplo”
David San Segundo (26)
“Esa intención de querer mejorar su vida futura y abrirles la mente en su día a día fue, sin duda, lo que más me atrajo para entrar a formar parte de este trabajo. Antes, cuando caminaba con ellos y corregía su forma de actuar, eran muy reacios a seguir mi ejemplo. Pero hoy aceptan las nuevas formas de actuar como propias, incluso aportan nuevas ideas con el fin de mejorar”.

“Una realidad necesaria en Bolivia”
Juan Fernández (24)
“No deja de sorprenderme que niños y niñas tan jóvenes sean parte importante del sustento de sus familias y de sí mismos. Ver cómo, siendo aún unos niños, se autogestionan su propio dinero sin duda fue una lección de vida. Viendo la realidad de las familias de los canillitas con los que trabajamos me di cuenta de que, en muchos casos, el trabajo infantil es una realidad necesaria en Bolivia”.

“Quiero ser abogado para defender a las personas”
Alexander Paca (10)
“Mi mamá es ama de casa y mi papá también vende periódicos; tengo seis hermanos. Antes trabajaba lustrando zapatos, pero no me iba bien. Ahora vendo periódicos, es mejor porque para los zapatos todo el día tenemos que estar parados. Cuando sea grande quiero estudiar para ser abogado, para poder defender a las personas de los malos que les hacen daño de cualquier cosa”.

“No es tan fácil conseguir caseritos”
Inés Paca (14)
“Me animé a vender periódicos porque veía cómo mis hermanos ganaban plata, y así empecé a trabajar desde hace dos años. Me gusta vender, es divertido, aunque no es tan fácil conseguir caseritos. Estudio en el colegio Aida Mendoza de Alurralde, quiero ser ingeniera civil porque soy buena para las matemáticas: soy la mejor de mi curso, la mayor parte me saco 100”.

“Nos enseñan a tener más clientes”
Alberto Taquichiri (12)
“Mi papá está en Villazón, tengo seis hermanos, estudio en el Internado de Irupampa Chica… está por Karachipampa. Quiero ser ingeniero eléctrico, me gustan las matemáticas. Vendo periódicos desde hace dos meses. Me va bien, voy por la Caja Nacional, la plaza y el mercado central; hasta ahora tengo 11 clientes. Los españoles son bien, nos enseñan para tener más clientes”.

“Algún día quiero ser guía turístico”
Víctor Paca (16)
“Trabajo desde septiembre de 2010, la gente a veces me trata bien y a veces mal. Yo vendo por todas partes; ahora estoy por el retén. Me levanto a las 5:30, vivo por el Calvario y salgo de mi casa a las 6:00. Los españoles me están enseñando a vender mejor, a saludar y a despedirme de los clientes; estoy mejorando. Son bien buenos y muy divertidos, algún día quiero ser guía turístico”.

“Nos enseñaron a ser ambiciosos”
Luis Ángel Chumca (19)
“Tengo papá, mamá y cinco hermanos. La plata que gano es para mis gastos y para mi alimentación. Los españoles nos enseñaron a ser ambiciosos, a vender para ganar más, son muy buenos y divertidos, bien es charlar con ellos. Quiero estudiar Medicina en Sucre. Vivo cerca de la agencia de Coca-Cola. Vendo el periódico en unas cuatro horas”.

Beneficios para los canillitas
- Aumento general de la eficacia laboral de los participantes.
- Más conocimientos relacionados con la gestión de los recursos.
- Son conscientes de su mejora a la hora de vender y de los conocimientos adquiridos que facilitaron esa mejora (técnicas y estrategias de venta).
- Ambición por incrementar las ventas.
- En varios casos, el crecimiento de los beneficios se debe más a la ampliación de días trabajados que al aumento de las ventas.


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