domingo, 25 de enero de 2009

Pymes denuncian que caen sus ventas por ropa china y usada



El sector textil, en particular los que producen ropa jeans, hablan de que la importación de prendas nuevas de origen asiático y peruano, y las usadas norteamericanas, está desplazando en la preferencia comercial a la que se fabrica en el país, lo que provoca desempleo.
En criterio del titular de la Confederación Nacional de la Micro y Pequeña Empresa (Conamype), Marco Antonio González, la internación de ropa asiática nueva y norteamericana usada provoca que los fabricantes, principalmente de Santa Cruz, Cochabamba y La Paz, aunque no mencionó cifras, cierren sus talleres.


Refirió que a escala nacional existen 80.000 micros y pequeñas empresas de diferentes rubros, de las cuales un 50% corresponde al área textil que aparece como la más afectada, pese a que el anterior sábado se exportó 50 toneladas de textiles a Venezuela.
“Este es un mercado que recién empieza y habrá que esperar que el envío sea progresivo porque al momento sólo favoreció a aquellos que fueron afectados por el cierre del mercado de EEUU”, dijo González.
La Conamype reclama al Gobierno la prohibición definitiva de internación de productos manufacturados que provengan de China, Estados Unidos, Perú, Panamá, además pide otros mercados alternativos.


Respecto a la situación en El Alto, el presidente de la Federación regional de la Micro y Pequeña Empresa (Fermype), Humberto Sandalio, explicó que en este distrito los mercados están abarrotados no sólo de ropa china y norteamericana, sino de calzados y otros artículos. “Los productos chinos son ‘desechables’, por eso se debe restringir su ingreso porque están dejando en la calle a miles de compatriotas”, indicó.


En El Alto existen unas 12.000 microempresas, de las cuales un 70% son fabricantes de ropa jeans. “Es verdad que la ropa extranjera tiene mejor costura y más detalles, pero no menos cierto es que la de origen chino es ordinaria”, apuntó Sandalio.
En el caso de Santa Cruz, el presidente de la Cámara Departamental de Confeccionistas, Juan Carlos Vargas, aseguró que la situación que atraviesa el sector es crítica, siendo los fabricantes de prendas jeans los más golpeados.
Vargas dijo que en noviembre de 2008, previo a las fiestas de fin de año, el sector confeccionó cerca de un millón de jeans. De esta cantidad, según él, un 50% no se vendió y aún sigue almacenada en centros de producción porque los mercados y ferias fueron inundados con ropa china y peruana.


Esta situación, conforme con el dirigente, paralizó las actividades en varios talleres y provocó despido de personal en fábricas ubicadas en la Villa Primero de Mayo, Plan Tres Mil, Pampa de la Isla, Los Lotes Villa Fátima y otros.
En un recorrido que realizó EL DEBER se verificó que en la feria Barrio Lindo, el pasillo La Cronal está abarrotado de ropa, zapatos y objetos chinos, peruanos y panameños.
Mientras tanto, la venta de ropa usada estadounidense se concentra en varios puntos de la ciudad, siendo la avenida Cumabi, el más visitado.


Pese a que existe una normativa que prohíbe la importación de ropa usada, en la Cumabi se observó que los negocios se incrementaron y que hay ropa informal, deportiva y hasta ropa interior, además de zapatos, carteras, cinturones y accesorios para el hogar.
El Comité de Defensa de la Industria Nacional (Codeina) emitió una resolución en la que apunta que un 90% de la ropa usada que ingresa al país es por la vía del contrabando. Pide un modelo estatal que incentive la producción nacional y cierre las fronteras a productos manufacturados que entran por el puerto de Iquique (Chile).
El viceministro de la Pequeña y Microempresa, Ramiro Lizondo, reconoció que si bien rige una decreto que prohíbe la importación de prendería usada, los ropavejeros ingresan mercadería por la vía del contrabando.
Indicó que en coordinación con el Ejército, la Policía y la Aduana se está diseñando un plan estratégico.
Según Lizondo, se conforman empresas estatales desconcentradas para impulsar la producción de las micro y pequeñas empresas.

En los mercados

- Valor. La relación de precios de la mercadería marca la diferencia. Así, por ejemplo, un pantalón jeans nacional cuesta entre Bs 65 y 120, uno de marca panameña se vende en Bs 160, mientras que los ropavejeros en la avenida Cumabi los ofrecen a Bs 35 y 40. En este punto, se liquidan poleras 2 x Bs 5, tres piezas de ropa interior por Bs 10 y zapatos desde Bs 10.

- Mercadería. El pasillo La Cronal, en la feria Barrio Lindo, está abarrotado de prendas de procedencia china, peruana y panameña. En la avenida Cumabi se vende prendas íntimas, ropa informal y hasta enseres de cocina.

Reacciones

Justina Flores
Confeccionista
“El ingreso, sin control, de ropa de origen asiático, canadiense, panameño, peruana y estadounidense está ‘matando’ la industria nacional y lo que es peor dejando a muchos compatriotas sin fuentes de trabajo porque un buen porcentaje de talleres de confección paralizó sus actividades ante esta situación. El Gobierno debería implementar una política impositiva con aranceles altos para impedir la internación de ropa usada”.

María García
Vendedora de ropa jeans
“La entrada de mercadería usada y nueva del exterior, especialmente de China, Perú y Estados Unidos, promueve una competencia desleal en cuanto a precios. La ropa que se produce en dichos países, aunque sea usada, tiene más detalles y un acabado más fino que, en muchas ocasiones, inclina al comprador a adquirirla a un menor precio con relación al producto boliviano. Los clientes aún no valoran lo que se produce en el país”.

Eva Romero
Importa mercadería panameña
“En la tienda ofrezco prendas de vestir de industria panameña, peruana y, en menor escala, asiática porque se vende más que lo nacional. La ropa que tengo a la venta no es usada, es de última tendencia (que está de moda) eso quizás es un punto a favor que me permite tener ingresos relativamente altos. La ropa nacional es sencilla, en cambio la que se importa tiene un acabado más fino y moderno, eso la hace más comercial”.

Juan Carlos Iquize
Fabricante
“La mayoría de los mercados de la ciudad están abarrotados de ropa china y peruana, eso está llevando a los confeccionistas nacionales a cerrar sus talleres porque no pueden vender sus productos ni competir en precio con las prendas que ingresan del exterior. Antes producía un promedio de 2.200 jeans por mes, ahora no llego ni a la mitad. Ya despedí a los cinco operarios que trabajaban en mi taller”.

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