El hambre en el estómago, hizo que Rómulo Sanjinés (Maquev), a sus 13 años, empezara a pensar en ganar para comer, poco a poco logró abrir una librería, después dio vida a los pasaportes en miniatura y ahora prepara cientos de envases para la canasta familiar, que son vendidos en la Alasita
La tarde lluviosa del jueves 8 de enero, EL DIARIO visitó la imprenta “Maquev” que quiere decir “Morir antes que esclavos vivir” y evidenció que su familia trabaja arduamente para satisfacer la demanda de los comerciantes mayoristas y minoristas que llegan hasta el lugar para adquirir estos productos que son elaborados durante todo el año.
Con un carisma único lleno de sonrisas y recomendaciones, Rómulo y su compañera atendían a toda la clientela que visitaba el lugar, nadie se iba sin recibir su vaso de refresco mientras esperaba y la ch’alla de su compra al salir.
En la trastienda, la familia en pleno trabaja armando paquetes de los envases de leche, café, etc., y manejando la maquinaria de la imprenta tanto para la impresión como para el corte de los mismos. Una vez terminado los paquetes, estos son sacados a la tienda que en los últimos días está permanentemente vacía, ya que todo lo que se imprime se vende como pan caliente.
En su época escolar Maquev, para aplacar su hambre, empezó a realizar tareas para sus compañeros y otros estudiantes de diferentes colegios, logrando ganar hasta tres o cuatro sueldos de profesores, ya que la demanda y el hambre crecían y debía mantenerse solo, pues quedó huérfano.
Con mucha nostalgia recordó que antes era difícil estudiar pues todo costaba, tanto así, que por el elevado costo había lugares donde se intercambiaban revistas y libros todo con el afán de leer.
Hacer insectarios, herbarios, maquetas y todo tipo de trabajos escolares, se volvió una pasión para Maquev, por ello hasta la fecha sigue recibiendo ese tipo de pedidos, de padres desesperados que solicitan su trabajo y le pagan hasta el doble de su valor solamente por el esmero y la rapidez de la entrega.
Hace 45 años, Maquev hizo el primer pasaporte que tiene visa, pasaje y cheque en miniatura, el mismo que fue bastante aceptado por los creyentes que se dan cita en las ferias de la Alasita, es así que empezó a aumentar una a una las miniaturas, ahora prepara cajas de leche, fideos, azúcar, toddy, detergentes, gelatinas y otros que son adquiridos por las comerciantes que preparan las canastas familiares que son comercializados en las diferentes ferias que se realizan en todo el país, principalmente en La Paz.
Pese al éxito Maquev no se queda tranquilo, cada año presenta algo novedoso y este no es la excepción por eso elaboró un lote que tiene pilares, herramientas como carretillas, picotas, palas, cemento, además de un auto y horno. Asimismo pensando en el medio ambiente elabora baldes de pintura en base a tapas de botellas pet y restos de papel que queda de las impresiones.
Maquev, que trabaja para mantener las creencias y la cultura del país recomendó a los paceños asistir a la Alasita con mucha fe ya que para él es lo fundamental, de lo contrario no tienen sentido, dijo.
NEGOCIO FAMILIAR
Boris Sanjinés, hijo de Maquev, empezó en el rubro hace 20 años, trabaja todo el año elaborando las miniaturas para venderlos en este mes. “Hacemos las cajitas, los productos en miniatura, billetes, títulos y todo lo que es papelería. Antes el trabajo era artesanal se lo hacía en tipografía, en falso color, pero con la tecnología, ahora hemos mejorado mucho gracias a la tecnología”, dijo.
Explicó que estos productos también son solicitados por gremiales de la ciudad de Cochabamba y otras ya que tratan de mantener el costo que sale a 0,10 o 0,15 centavos por cajita.
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