La bienvenida de las almas (ajayus) en Todos Santos está marcada por una intensa actividad comercial, creatividad y trabajo en los talleres donde se preparan los dulces para el mast’aku (ofrenda para el difunto), que se realiza al mediodía del 1 noviembre.
Este año los talleres de calle Brasil se han esmerado en mantener la tradición y han apelado a su imaginación y los colores para crear réplicas de los objetos con los que más se identifica el difunto: un camión, una moto, una tienda o una máquina de coser.
Uno de los talleres con más pedidos este año es el de la familia de Felicidad Aros Jaldín, quien desde hace días elabora junto a sus hijos y ayudantes desde las tradicionales canastas de dulces hasta la novedad de este año: los arreglos del velatorio.
Según Larry Garnica Arcos, artesano de este taller, esta es una tradición que llega desde sus bisabuelos, los cuales comenzaron con la elaboración de los dulces hace más de 100 años y ellos intentan mantener el oficio, así como el secreto para obtener una masa de caramelo adecuada para formar diferentes figuras. Larry manifestó que en la elaboración de estos caramelos se usa, esencialmente, azúcar.
Pero, con el fin de contar con una masa de colores, se utilizan otros ingredientes como el colorante vegetal. Agregó que todo se hace hervir y cuando alcanza su punto se lleva todo al batán, luego por un sobador (una manta). Cuando la pieza está caliente se comienza a moldear la forma solicitada y a agregar más colores.
Según los artesanos, cada uno de los colores tiene un sentido propio.
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