Don Armando Landívar es un tallador de San Ignacio de Velasco. Sus manos están llenas de callos, porque ya sienten el rigor de 23 años en este arte. Pese a su edad, dice que no está cansado y que sueña con tener una microempresa, para poder dar a conocer a la gente cruceña el arte heredado de los jesuitas. Más allá de soñar con vender en el exterior, el hombre sabe que es necesario que los cruceños conozcan su cultura y la consuman. Esta misma visión es compartida por Julio Parapino García, responsable de Marketing y Comercialización de la Unión de Artesanos de Santa Cruz (Uniarte).
Rentabilidad. Haciendo una pausa en el tallado a su obra, Landívar cuenta que la exportación artesanal es aún un sueño debido dos factores. Uno es la dificultad para hallar mercados y el principal reside en lo dificultoso que resulta cumplir con los volúmenes del exterior por la falta de manos expertas en el tallado. Además, las exportaciones del sector no tienen cifras óptimas.
Por ejemplo, en maderas y sus manufacturas, sus exportaciones en valor cayeron un 25% respecto al 2011 y su volumen en -36%. Es el registro más bajo de los últimos cuatro años. En cambio, la joyería creció en casi 6 millones en sus exportaciones, respecto al 2011, un 26% adicional en cuanto al mismo período del año anterior; mientras que su volumen se expandió un 6%, señala el informe de la balanza comercial al primer semestre de este año elaborado por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE).
Pese a tener esta dificultad, el hombre de contextura delgada afirma que el arte resulta ser una profesión rentable en el país. Dice que ha vivido de su talento por más de dos décadas. Por eso tiene gran variedad de clientes, tanto del país como extranjeros, cuyos contactos obtiene cada año en la Feria Exposición de Santa Cruz, en donde hace una inversión de entre 1.500 y 2.000 dólares.
"Antes trabajé en radio y televisión, hice producciones audiovisuales, pero los dejé y ahora me dedico a esto. Llevo 23 años haciendo arte y aunque mucha gente dice que de esto no se vive, yo puedo decir que vivo del arte porque la he hecho mi principal fuente de vida", señala.
A la hora de hablar del costo de cada una de sus obras, dice que el precio varía, dependiendo de la complejidad de la misma. Una repisa simple, pero de un tallado de calidad vale unos 200 bolivianos. Si el cliente desea algo más elaborado el precios puede llegar hasta los 2.200 bolivianos.
Pero si la obra es mucho más compleja, esta puede llegar a costar entre 2.000 y 3.000 dólares.
María Posigua Parapaina es otra artesana dedicada plenamente a esta actividad, desde su 18 años. Ahora, al borde los 50, tiene cuerda para rato en el oficio, dice. Ella es de San Antonio de Lomerío y cada año, junto con un grupo de colegas de su municipio, llega a la Feria Exposición de Santa Cruz.
"Siempre sacamos buen provecho de la Feria. El arte da para vivir, desde que me casé soy artesana. Necesitamos más apoyo, pero ahora estamos buscando financiamiento. Hay instituciones que nos ayudan, pero se necesita más apoyo", dice la mujer, quien indica que de momento no se preocupa por la exportación de sus productos y que sus ventas son nacionales y rentables, aunque no precisa los montos que llega a ganar.
Futuro. Julio Parapino, responsable de Marketing y Comercialización de Uniarte, señala que su grupo cuenta con más de 90 afiliados, que trabajan en cuatro áreas de trabajo, como ser: la artesanía en cerámica, donde se produce todos los móviles decorativos y utilitarios. Su asociación también trabaja en el tejido, donde se hace telar en forma horizontal y se produce las hamacas, cartucheras, entre otros. Otra línea es el bordado y, por último, la pintura sobre madera.
Esta asociación cuenta con tres talleres. Uno se encuentra en la capital cruceña, más propiamente en la zona del Parque Industrial. El otros se hallan en la localidad Tajibos, comunidad que se encuentra a 40 kilómetros del municipio de Cotoca. Por último, tienen otro espacio de producción artesanal en la localidad Urubichá.
Indígenas guarayos y chiquitanos conforman Uniarte, cuyo principal trabajo es asesorar y ayudar a sus afiliados, para que puedan vivir dignamente de su creatividad. Dice que actualmente la tendencia es aumentar el consumo interno de artesanías, ya que las cifras para las exportación son demasiado bajas. Por ejemplo, la asociación lleva productos a España y Canadá, pero solo en calidad de muestra, dado que no existe la capacidad como para cumplir con pedidos mayores.
La mayoría de las ventas son generadas en el país, siendo los principales compradores turistas del viejo mundo y los connacionales bolivianos.
"Ahora, a lo que apuntamos más es vender más en el mercado interno, porque la experiencia nos ha mostrado que nuestro principal mercado es el nacional. La gente se ha educado, el boliviano está valorando más la artesanía con su identidad cultural y antes no lo hacía", afirma Parapino.
"Hemos mandado a Estados Unidos y España, pero en pequeñas cantidades. Por eso nuestro principal mercado es el nacional. El boliviano está valorando la artesanía como su identidad cultural'.
Julio Parapino
Responsable de Marketing de Uniarte
"El arte da para vivir. Desde que me casé soy artesana y he mantenido a mi familia con este trabajo. Hay instituciones que nos ayudan, pero necesitamos más apoyo para buscar financiamiento para nuestro trabajo'.
María Posigua
Artesana
"Tenemos grandes sueños, como hacer una escuela para formar gente capaz, que haga vivir estas esculturas. Eso está en manos de las nuevas generaciones'.
Armando Landívar
Tallador hace 23 Años
Esperanza
Crearán escuela de tallado en madera en San Ignacio
Sueño. Don Armando hace una pausa en su faena y deja por un momento el tallado de una obra para contar que entre sus principales sueños está el crear una escuela de tallado en su natal San Ignacio de Velasco.
La idea surge ante la necesidad de contar con más gente capaz de canalizar su creatividad en esculturas de madera, que cobren vida y den a conocer la cultura de región.
Espera formar con sus futuros alumnos una microempresa para vender sus productos tanto a nivel nacional e internacional.
Caída de producción. La pérdida de las preferencias ATPDEA (Ley de Preferencias Arancelarias Andinas y Erradicación de Drogas) significó para el sector una caída en su producción de cerca del 63%.
La suspensión del ATPDEA significa que los productos bolivianos que ingresan a Estados Unidos deben pagar impuestos altos
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