Se busca que los productores adopten tecnologías agrícolas que les permitan mejorar su productividad y la producción de alimentos, así como a desarrollar nuevos emprendimientos agroalimentarios orientados a mercados.
“El proyecto contribuirá a mejorar los ingresos y la seguridad alimentaria de pequeños productores y productoras rurales de la agricultura familiar indígena, originaria y campesina con base comunitaria, quienes típicamente se encuentran en comunidades donde la pobreza afecta a más de 80 por ciento de la población”, asegura un comunicado del organismo multilateral.
El proyecto, que inicialmente se focalizará en 43 municipios con altos niveles de inseguridad alimentaria pero buen potencial de producción, este proyecto consta de dos componentes.
El primero de “apoyos directos” para ayudar a los agricultores a adquirir productos o servicios tecnológicos como deshidratación de frutas, almacenamiento de doble propósito, trozamiento asistido de forraje, siembra asistida.
El segundo brindará donaciones para cofinanciar planes de emprendimientos agroalimentarios que agreguen valor a la producción, aumenten el acceso a los mercados y refuercen la capacidad de gestión de los agricultores.
EL BID asegura que se espera que al menos 80% de los receptores iniciales de apoyos obtengan una tasa de retorno mayor al 12%, que no menos de 13.600 beneficiarios adopten una o más tecnologías y que 4.000 productores participen en alguno de los emprendimientos seleccionados.
El financiamiento consiste en un préstamo de $us 14 millones del capital ordinario del BID a 30 años de plazo, con un período de gracia de seis años, y un préstamo concesional de $us 6 millones del Fondo de Operaciones Especiales del Banco, a 40 años de plazo. El aporte de la contrapartida nacional será del equivalente de $us 5 millones.
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