Pese a la falta de apoyo del Gobierno, la competencia desleal que tienen con los revendedores, la falta de mercados, para sus productos, las 26 familias que componen la asociación de artesanos de Cotoca miran con optimismo el futuro de su sector.
El presidente de esa agrupación, Elvio Baldelomar, dice que a lo largo de 20 años de trabajo de su asociación, se vio un buen adelanto entre sus miembros, aunque asegura que teniendo un buen apoyo económico la situación mejoraría ostensiblemente.
De la misma opinión es Kelly Durán, quien dice que desde su nacimiento estuvo rodeada de productos artesanales, construidos por su madre, una de las pioneras en Cotoca, de quien heredó el amor a las artesanías, pero sobre todo la habilidad para trasformar la madera y el cuero en un producto que engalane el hogar de la familia cruceña y boliviana.
Ambos coinciden en soñar que algún día su asociación será mucho más grande y productiva, al extremo de poder producir inmensas cantidades de productos que puedan llegar a los mercados nacionales e internacionales.
CAPACITACIÓN
Baldelomar dice que es hermoso agarrar un trozo de madera y trabajarlo como les enseñaron sus padres para transformarlo en una artesanía que llame la atención del público que llega hasta Cotoca y lo compren, pero mucho más fácil sería que el Gobierno o la Gobernación los apoye técnicamente, a través de la construcción de una escuela artesanal para que posteriormente puedan obtener un título como artesano.
Según el artesano los revendedores son los que mayor provecho sacan de su trabajo, porque sin hacer mucha cosa, les sacan una utilidad del 100% con relación a lo que invierten. “Si ellos nos compran un producto en Bs 15 lo venden en 30 bolivianos”, asegura.
El dirigente de los artesanos, señaló que su sector necesita de mayor apoyo económico, que los bancos no les pongan muchas trabas a la hora de pedir un préstamo, ya que ellos no las garantías exigidas por las entidades financieras.
PRODUCTOS CHINOS
La artesana Kelly Durán fue muy crítica con los productos chinos que tienen inundados les mercados de la ciudad, los mismo que les hacen una competencia desleal, pues son vendidos a muy bajos precios. “Lastimosamente la gente solo ve el precio y no ve que esos productos no tienen la calidad ni la durabilidad de los nuestros”, se queja.
Advirtió que los productos que ellos usan para trabajar son totalmente naturales, mientras que los llegados del exterior son sintéticos o de plásticos.
Baldelomar y Durán coincidieron en señalar que pese al amor que le tienen a su oficio, no desearían que sus hijos hereden esa labor, pues es muy sacrificada y no deja posibilidad como para hacer fortuna y tener una mejor calidad de vida. “Nos gusta lo que hacemos y somos orgulloso de lo que somos, pero nuestros hijos deben estudiar una profesión que les garantice un mejor futuro para sus familias”, señaló Baldelomar.
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