miércoles, 20 de julio de 2016

Ser artesano boliviano en tiempos de la invasión de productos chinos

Subiendo desde la plaza San Francisco por la calle Sagárnaga, nos saluda una tienda de artesanía tras otra. Los colores brillantes y la amplia oferta sugieren una ilusión de productos únicos, bolivianos y sobre todo artesanales. Pero muchas veces son todo lo contrario.

La palabra "artesanía” deriva de artis manus, que en latín significa arte con las manos. La palabra "artesano” deriva del italiano artigiano, que a su vez deriva de una adjetivación de ars/artis (arte en latín) para designar a quienes realizaban un arte.

Sin embargo, un gran porcentaje de las muñecas y bisutería no está hecho con el cuidado que supone un arte ni tampoco está hecho en Bolivia, sino es copiado y producido en masa en China, Perú, Brasil y otros países del mundo.

Se supone que las ferias callejeras no persiguen esa lógica. Bajo sus puestos se refleja la imagen de una artesanía auténtica, producida y vendida por los mismos comerciantes. Pero, igual aquí, entre parecer y ser hay una diferencia abismal.

La explicación es simple: producir artesanía demanda mucho tiempo, talleres, creatividad y esfuerzo. Comprar productos y revenderlos exige sobre todo un talento para el negocio. Mientras un artesano produce un llavero a mano, un revendedor vende veinte llaveros chinos -un hecho definitivamente más lucrativo-.

Por lo tanto, lo que se llama "artesanía” mayormente no está hecho a mano sino, mejor dicho, pasa por muchas manos hasta llegar al cliente. Pese a esta tendencia, La Paz todavía ofrece tesoros que merecen esa denominación.

Dos agrupaciones de ferias de arte y artesanía van a contracorriente al elaborar y vender productos realizados con sus mismas manos.

Se trata de la Organización de Artesanos y Productores San Antonio y de la Feria de Arte Libre. Sus dirigentes y algunos de los artistas y artesanos invitan a conocer su labor, sus desafíos y maravillas.

La Asociación San Antonio

Desde hace 10 años, Inés Marín encabeza la Asociación de los Artesanos y Productores de San Antonio. En los años de su existencia, la asociación ha pasado por altas y bajas. "Las autoridades nos confunden con gremialistas del comercio libre. El artesano se dedica a producir, a renovar, a crear nuevos diseños. Nos inspiramos y jugamos con los colores. No tenemos el tiempo para estar día por día tras las puertas de la Alcaldía para pedir aporte como los gremialistas. Por eso, muchas veces como artesanos productores estamos tirados a nuestra suerte”, lamenta la dirigente.

Los artesanos Pablo Contreras y Jennifer Santander experimentaron la diferencia entre varias agrupaciones: "Hemos formado parte de otras organizaciones que fueron muy corruptas”.

A partir de esa experiencia, la pareja, Inés Marín y otros artesanos quisieron dar un salto y establecer una organización que valore y apoye a artesanos productores. "Por supuesto tuvimos una gran resistencia y nos peleamos con todo el mundo. Pero finalmente lo logramos”, dice Marín.

Libertad y economía justa

Pablo Contreras es refugiado político de Chile. Jennifer Santander, la pareja y compañera de Pablo, dejó de trabajar en el Ministerio de Gobierno por convicción y se dedicó a la artesanía.

El deseo de la pareja de una vida más libre valió más que la seguridad social que conlleva el trabajo asalariado. "Cuando uno tiene independencia económica, uno tiene independencia ideológica. Puedes pensar lo que quieres, no tienes un patrón o alguien quien te esté controlando y te dice qué pensar. Si no tenemos una feria, igual vamos a tomar unos paneles y vendemos en la calle (...). Pero no vamos a vender nuestra palabra por un peso”, declara Pablo.

Hoy, Pablo y Jennifer venden bisutería de todo tipo en su puesto. Jennifer, a quien siempre le ha gustado la pintura, estiliza imágenes en miniatura para los aretes y los colgantes y Pablo se dedica a la platería y los metales. Una idea que Jennifer tuvo hace cuatro años se convirtió en bisutería única: Flores perpetuadas en aretes, cerradas por un centavo boliviano.

Con su trabajo la pareja intenta hacer algo para su país, algo que sea local y que sea representativo. Sin embargo, ya que los artesanos entienden la necesidad de alguna gente de revender artesanía, exigen transparencia.

"Hay que comunicar eso al cliente y decirle: ‘Mira, eso hago yo y eso yo revendo’, para que la gente sepa y decida, y no sea engañada”, afirma Pablo.

La terapia de tejer

Hace 16 años una ONG holandesa inició un programa que apoyó a mujeres en el desarrollo de su artesanía. Ahí empezó Santusa Saire Mendoza con sus tejidos de alpaca.

Con técnicas de macramé, a palillo, a máquina o telares Santusa crea chalecos y accesorios de alta calidad. "Nuestras manos pueden hacer tanta maravillas, pero la ropa china nos mata. Porque con los 60 bolivianos que pedimos la gente se compra 10 guantes chinos que se pueden botar cada vez sin ni siquiera lavarlos”, lamenta Santusa.

Además de ser su profesión, los tejidos también sirven para otra función: "Es terapia para mí. Uno está tranquilo tejiendo. Por eso yo nunca dejo de tejer. En la movilidad, cuando voy de un lugar a otro, siempre estoy tejiendo. Así, no me importa si hay trancadera o no. Muchos médicos dicen a las personas que está mal que hagan tejidos. Hay personas bien nerviosas, que no pueden hacer nada sin ponerse nerviosos. Tanto practicar el tejido pierden sus nervios”.

Feria del Arte Libre

La Feria de Arte Libre comenzó en 2014. Su idea va más allá del comercio. Un grupo de colectivos de arte que hace artesanía, pintura y música quería crear un espacio de intercambio artístico y cultural en el que se revalorara el trabajo del autor.

"Queremos que todos los que participan en la feria no solamente produzcan algo, sino también tengan la voluntad de enseñar. Poder dar algo a cambio a la ciudanía. La Alcaldía nos brinda el espacio sin ningún costo. Pero sabemos que el aparato estatal y municipal no tiene muchos recursos para cultura”, comenta Genaro Bloisa, el organizador de la feria.

Según Genaro, los artesanos y artistas buscan que la ciudad se transforme en una aseveración artística y auténtica. "La idea es que las plazas de la ciudad se llenen con actividades para que el arte crezca. Eso es lo que hace que la ciudad promueva valores que sólo el arte y la cultura nos pueden dar”, explica el productor de instrumentos de percusión y artista de cuerpos pintados.

Patricia se dedica a las telas, combinando estilos bolivianos y convirtiéndolos en ropa moderna. "Mi línea es autóctona. Intento mezclar telas bolivianas, como el aguayo. Lo mezclo con los terciopelos, que generalmente las cholitas usan en sus faldas. También mezclo modas de otros países con la moda de acá para crear un producto nuevo. Creo que, dentro de todo, lo que hago es algo muy mío, algo muy personal”, cuenta Patricia.

Andrés Suárez quería quedarse cuatro días en Bolivia. Hoy, el escritor y músico colombiano lleva nueve meses en La Paz. En momentos cruciales de su vida tomó papel y lápiz.

El bono que viene con cada línea de sus poemas tiene un sabor a chocolate. "Yo nunca había hecho chocolate en mi vida. Y me arriesgué a hacerlo, salía con pequeños chocolates y mis poemas. ‘Chocuárez’ se llama mi marca, de la que poco a poco salieron más modelos, ideas y ahora es mi primera vez en una feria. El chocolate es el valor agregado a mi trabajo. Mucha gente piensa que el chocolate es el principal producto que yo ofrezco. El chocolate es un gancho para que la gente acceda a tener mis escritos. Pero igual las personas se apasionan más por el arte de lo que yo había pensado. Me apasiona seguir influyendo con mi escritura, con o sin chocolate”.

Dos agrupaciones de ferias que exponen a artesanía, el arte hecho con manos, esfuerzo y cariño. Quienes quieran conversar con los vendedores o aprender de ellos en talleres pueden seguir La Feria de Arte Libre por Facebook o visitar a los Artesanos y Productores de San Antonio a partir del 18 de julio y en la plaza San Pedro.





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