“El 2009, supe que le habían regalado una chompa a Evo en Argentina, y que Punto Blanco sacó prendas parecidas, entonces averigüé que la original no estaba patentada, por eso, decidimos tejer una en alpaca, subimos la foto a la internet y al día siguiente comenzaron a llover los pedidos”. Así recuerda Omar Bueno cómo una iniciativa hizo que sus productos comenzaran a solicitarse en el mercado internacional.
Sin embargo, esa demanda no fue suficiente porque los jóvenes empresarios carecían de capital, por ello, fue necesario recurrir a BoliviaMall, una tienda boliviana de venta por internet. “El gerente del comercio virtual me dio un cheque por 1.000 dólares para comprar más materia prima y se encargó de surtir 40 pedidos de las chompas en línea hacia varias partes del mundo”.
El empresario agrega que luego vendieron la chompa a la Cancillería para el Presidente, “la prenda que nos hizo famosos en el mundo”. Con la venta, llegó también la publicidad, ya que el medio de comunicación internacional CNN en español entrevistó a los creadores de la prenda artesanal.
Como resultado, aquello que empezó el 2007 como un pequeño taller bipersonal, con dos máquinas que costaron $us 700 y $us 200 de inversión en materia prima, se convirtió en una empresa con cinco equipos más, $us 10.000 de capital y hasta 15 operarios contratados.
El artesano explica que el periodo de bonanza no duró mucho, debido a que la compra de la prenda decayó y que los pedidos dependen de la época fría del año (seis meses). Pese a eso, la empresa logró mantenerse hasta ahora. “Falta un nicho de mercado, donde el cliente nos haga pedidos dos veces al año y no sólo en invierno”.
Diseños. Bueno indica que Coralia nació haciendo tejidos a máquina pero con acabados a mano (crochet y macramé). “Nos inspiramos en ‘lluchos’, máscara del kusillo y detalles de nuestra cultura y con los desechos formamos muñecos infantiles”.
Sin embargo, agrega, no era suficiente confeccionar las prendas, sino también aprender a hacer gestión empresarial. “Instituciones como Camex, Fundes, la Alcaldía y Coproca nos enseñaron a calcular costos, entender el comportamiento de los clientes y a hacer control de calidad; diseñadores locales e internacionales nos mostraron cómo innovar”.
Comenzaron entonces a tejer las prendas a gusto del cliente, que sólo tenía que escoger el modelo y dar un adelanto para la materia prima.
En el caso de los operarios del taller, Bueno indica que trabajan bajo un comercio justo. “Los cuatro ganan hasta Bs 1.500 al mes de acuerdo con su capacidad de producción”. En épocas donde existen más pedidos, la empresa contrata los servicios de cuatro talleres familiares. Éstos conocen el prototipo de cada prenda, sacan una muestra de él (que luego es aprobada para realizar la estandarización), y confeccionan el producto para que después de un control de calidad sea vendido.
Aquel que no se vende por pedido, está en consignación en la tienda Mama Rawa del Centro de Promoción de la Mujer ‘Gregoria Apaza’. Coralia recibió dos premios de la Alcaldía el 2009, por Empresa Líder y el primer lugar en Gestión Ambiental, por reciclar sus desechos.
Origen de las lanas
Rodríguez señala que la Compañía de Productos de Camélidos (Coproca) llegó a proveerles de 150 kg al mes, pero cuando no pueden surtirlos tienen que abastecerse con lanas peruanas.
Sin embargo, esa demanda no fue suficiente porque los jóvenes empresarios carecían de capital, por ello, fue necesario recurrir a BoliviaMall, una tienda boliviana de venta por internet. “El gerente del comercio virtual me dio un cheque por 1.000 dólares para comprar más materia prima y se encargó de surtir 40 pedidos de las chompas en línea hacia varias partes del mundo”.
El empresario agrega que luego vendieron la chompa a la Cancillería para el Presidente, “la prenda que nos hizo famosos en el mundo”. Con la venta, llegó también la publicidad, ya que el medio de comunicación internacional CNN en español entrevistó a los creadores de la prenda artesanal.
Como resultado, aquello que empezó el 2007 como un pequeño taller bipersonal, con dos máquinas que costaron $us 700 y $us 200 de inversión en materia prima, se convirtió en una empresa con cinco equipos más, $us 10.000 de capital y hasta 15 operarios contratados.
El artesano explica que el periodo de bonanza no duró mucho, debido a que la compra de la prenda decayó y que los pedidos dependen de la época fría del año (seis meses). Pese a eso, la empresa logró mantenerse hasta ahora. “Falta un nicho de mercado, donde el cliente nos haga pedidos dos veces al año y no sólo en invierno”.
Diseños. Bueno indica que Coralia nació haciendo tejidos a máquina pero con acabados a mano (crochet y macramé). “Nos inspiramos en ‘lluchos’, máscara del kusillo y detalles de nuestra cultura y con los desechos formamos muñecos infantiles”.
Sin embargo, agrega, no era suficiente confeccionar las prendas, sino también aprender a hacer gestión empresarial. “Instituciones como Camex, Fundes, la Alcaldía y Coproca nos enseñaron a calcular costos, entender el comportamiento de los clientes y a hacer control de calidad; diseñadores locales e internacionales nos mostraron cómo innovar”.
Comenzaron entonces a tejer las prendas a gusto del cliente, que sólo tenía que escoger el modelo y dar un adelanto para la materia prima.
En el caso de los operarios del taller, Bueno indica que trabajan bajo un comercio justo. “Los cuatro ganan hasta Bs 1.500 al mes de acuerdo con su capacidad de producción”. En épocas donde existen más pedidos, la empresa contrata los servicios de cuatro talleres familiares. Éstos conocen el prototipo de cada prenda, sacan una muestra de él (que luego es aprobada para realizar la estandarización), y confeccionan el producto para que después de un control de calidad sea vendido.
Aquel que no se vende por pedido, está en consignación en la tienda Mama Rawa del Centro de Promoción de la Mujer ‘Gregoria Apaza’. Coralia recibió dos premios de la Alcaldía el 2009, por Empresa Líder y el primer lugar en Gestión Ambiental, por reciclar sus desechos.
Origen de las lanas
Rodríguez señala que la Compañía de Productos de Camélidos (Coproca) llegó a proveerles de 150 kg al mes, pero cuando no pueden surtirlos tienen que abastecerse con lanas peruanas.
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