Al llegar la Semana Santa, mucha gente prepara sus corazones para recordar la vida, pasión, muerte y resurrección del Señor Jesucristo. Una de las actividades correspondientes a esta celebración se la practicará mañana, con el Domingo de Ramos, fecha donde el mundo católico acude a las iglesias para escuchar la homilía.
En la oportunidad, los fieles tienen la costumbre de comprar las palmas para recibir a Jesucristo como hace más de 2000 años sucedió en Jerusalén, donde la gente lo recibió con gritos y le gritó ¡Oh Sana!
Sin embargo, el Domingo de Ramos no sólo trae consigo la felicidad de recibir a Jesucristo en el corazón como el Mesías, sino también es una oportunidad para que gente con habilidad trence las palmas para formar distintas figuras.
Tal es el caso de César Gonzales, un joven chileno que llegó a Bolivia hace un par de meses, quien elabora con sus habilosas manos figuras innovadoras con las palmas, las mismas serán ofrecidas este Domingo de Ramos, en puertas de la iglesia de San Francisco.
"Estoy cuatro meses en Bolivia, cinco años me dedico a trenzar las palmas, hago diferentes figuras como pajaritos y otras aves, además de corazones, flores, bichos (…) Los más complicados son los corazones (…) el material con el cual trabajo lo consigo en la zona Sur de La Paz", declaró.
Tiene un estilo muy particular como si quisiera sobresalir en medio de la multitud, con su trabajo, puesto que el trenzado de las palmas lo realiza públicamente.
En esta oportunidad, EL DIARIO lo encontró sentado en una esquina del mercado Lanza, lugar, por donde la gente se detenía obligatoriamente para apreciar el trabajo de Gonzales. Unos le preguntaban dónde encontrarlo, otros incluso ya le hicieron pedidos especiales antes del Domingo de Ramos.
Gonzales se identifica como un viajero por el mundo, relató que se dedica a diferentes actividades, una de ellas el trenzado de palmas. “Tengo que aprender para sobrevivir y andar haciendo nada malo, también hago arte en pinturas, pero como ahora llueve mucho, no puedo dedicarme a eso”.
En Domingo de Ramos, los fieles católicos acuden a las iglesias con palmas en las manos, las mismas que las hacen bendecir, con el padre del templo, para posteriormente ponerlas detrás de las puertas de sus hogares, a fin de sentirse protegidos de los malos espíritus, según las creencias populares.
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