domingo, 8 de noviembre de 2015

Artesanos mantienen esencia de Alasitas

Quedan pocos pero aún existen artesanos de antaño que mantienen la tradición de Alasitas con la elaboración de miniaturas que tiene su origen en la leyenda del Ekeko o Dios de la Abundancia en la cultura andina. La palabra alasitas significa “cómprame” en aimara y es parte de una práctica que se basa en la ilusión de materializar los sueños.

Félix Camacho, uno de los artesanos de Alasitas, desde hace 30 años hace roperos en miniatura calados en madera. Expone tres estilos: colonial, moderno y americano, decorados con vitrales y espejos.

Dijo que heredó el talento para tallar y tornear de su abuelo. Con las manos encalladas aseguró que la característica principal de un artesano es la “paciencia”. Hacer un ropero demora hasta tres días de trabajo con la cajonería, colgadores, pintado y decorado. Su excelencia lo llevó a ganar cinco premios en La Paz, Cochabamba, Santa Cruz y Sucre.

Otro artesano en hojalatería, Celestino Choque, lleva 35 años fabricando cocinas con juegos de ollas, hornos, refrigeradores y garrafas con “pura calamina”, porque ya no hay latas. “Todo el año trabajo, pero para las fiestas más (...) La gente todavía compra. No quieren de plástico”, aseveró. Sus productos llegan a España, Argentina, Estados Unidos y todo el país.

Las alcancías de yeso, un elemento imprescindible de la “suerte sin blanca” son otra de las características de las Alasitas en Cochabamba. La artesana Celia Jallaza, desde hace 40 años, las elabora en un taller ubicado en laguna Alalay. “La gente busca, les gusta”, dijo.

Expresó que una clave para mantener vigentes a las alcancías es elegir las imágenes más populares de los dibujos animados para cautivar al público. Dijo que puede hacer 100 alcancías en tres días. “Como somos artesanos ya sabemos pintar. Utilizamos soplete y a pulso adornamos”, explicó.

Las Alasitas surgió en el siglo XVIII en Cochabamba, dijo la dirigente de la “Asociación de Artesanos Mixto Cochabamba”, Jrienny Peñaloza. Entonces la feria se realizaba en la calle Salamanca, en la que también participaban artesanos de los penales. El hecho incluso fue reflejado por el diario El Heraldo en 1980. Entonces, era “apadrinada” por los religiosos de El Hospicio, conocidos por acoger a los artesanos.

Peñaloza contó que antes se elaboraban casas y muebles de vidrio, peluches, cocinas de hojalata, ropa y alcancías. “Definitivamente es un país de la fantasía y la ilusión”, concluyó. La feria se realiza en la avenida Sajama, por el aeropuerto.



No hay comentarios:

Publicar un comentario