jueves, 23 de abril de 2015

EMPRENDEDORAS Custodias de la biodiversidad

La mujer cumple un rol fundamental en la sociedad y ahora se muestra otra de sus facetas, el de su aporte en la agricultura mediante la conservación de diversas semillas que se cultivan en 8 comunidades cercanas al lago Titicaca, con la finalidad de evitar que desaparezcan. Ellas se denominan “agricultoras custodias”.

“Las agricultoras custodias tienen un gran conocimiento en cultivos, variedades y semillas, saben qué producto se adapta a uno u otro suelo en su comunidad. Además saben cuándo sembrar, cosechar y cómo guardar los productos. Su sentido de responsabilidad hace que compartan su conocimiento, patrimonio y cultura con las semillas, fomentando así la biodiversidad agrícola.”, dijo el agrónomo de Proinpa Wilfredo Rojas.

Las agricultoras custodias se constituyen en un pilar fundamental de la conservación de la agrobiodiversidad, por su gran aporte en el manejo y uso de la diversidad de cultivos destinados no sólo a la alimentación de sus familias, sino de las generaciones futuras en el país y el mundo.

CUSTODIAS

Viviana Herrera forma parte del directorio de Aproca (Asociación de Productores y Conservadores de Cultivos Andinos de Cachilaya) en la comunidad de Cachilaya de la provincia Los Andes del departamento de La Paz. Tiene 40 años y es madre soltera, una mujer muy respetada en el lugar. Año tras año ha ganado premios en las ferias de biodiversidad Agrícola por el incremento de especies que cultiva en la región.

“Somos ocho custodios, cuatro mujeres y cuatro varones. Mi abuelo me heredó 30 variedades de papas nativas que he conservado en un aguayo (tejido nativo). Hoy tengo 109 variedades de papa, 11 de quinua, 12 de haba y dos de cañahua. Para fumigar utilizamos un producto natural y no químico, porque la papa sale amarga”, explicó.

Viviana ha incrementado su variedad de cultivos gracias a su participación en diversas ferias, donde ha practicado el trueque (intercambio) con otras comunidades. Su principal motivación el ser parte de las ferias de biodiversidad, donde ha ganado varios reconocimientos por sus semillas.

Otra de las custodias de la comunidad de Coromata, provincia Omasuyos es Rufina Tórrez, en esta región existen 6 custodios, 3 mujeres y 3 varones. Una de las tareas de los conservadores de semilla es llevar un registro pormenorizado de las diferentes especies que cultivan y de aquellas que mejor se adaptan a los cambios climáticos.

“La agricultora custodia cuida la variedad de semillas de nuestros abuelos. Ahora estoy conservando 90 especies de papa, cuatro de cañahua y otras de quinua. Quiero registrar para mis hijos, para que se acuerden y no se pierdan los productos. Se ponen en el libro la hoja, flor, tubérculo y el lugar en que se produce”, explicó Tórrez.

PROYECTO

El proyecto Especies Olvidadas y Subutilizadas del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola denominado NUS IFAD III (siglas en inglés) fue coordinado por Bioversity International y ejecutado en India, Nepal y Bolivia. Con la finalidad de contribuir en el desarrollo de métodos, herramientas y enfoques para evaluar y monitorear la agrobiodiversidad y su adaptación con el cambio climático.

En Bolivia el proyecto NUS IFAD III trabajó desde octubre de 2011 hasta la fecha, en sociedad con cinco instituciones: CARE Bolivia, Samaritan´s Purse, CETHA Tupak Katari, fundación Proinpa y el Iniaf. Las actividades se ejecutaron en 8 comunidades circundantes al lago Titicaca y con 43 agricultores custodios identificados.

“El proyecto duró cuatro años del 2011 al 2015. El coordinador en Bolivia fue Proinpa, se trabajó con agricultores de las comunidades de Cachilaya del municipio de Puerto Pérez, Coromata Media (Huarina), Suriquiña y Corque Amaya (Batallas), Antaquira y Pucamaya (Caquiaviri) y Rosapata y Erbenkalla (San Andrés de Machaca)”, precisó Rojas.

El trabajo realizado en las comunidades rurales frente a la inseguridad alimentaria, provocado por los cambios climáticos, permitió conocer la diversidad de especies cultivadas en las comunidades y cuáles pueden adaptarse mejor a un determinado suelo y a las sequías, heladas, nevadas o granizo.

“El desprendimiento natural de los agricultores frente a sus cultivos y la forma de compartir sus semillas con otras comunidades es importante en la conservación de la agrobiodiversidad, por sus conocimientos milenarios”, finalizó el agrónomo.

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