martes, 6 de mayo de 2014

Boliviano elabora aceite de caléndula en desierto chileno

Pasaron cuatro años desde que el boliviano Ruddy Viscarra dejó a un lado la vida convencional en la ciudad, en busca de una en armonía con la naturaleza. Bajo esa filosofía, no sólo construyó una casa ecológica en la comunidad chilena de Quilitapia, al norte de Santiago, sino que lanzó al mercado un aceite de caléndula fabricado en base a energías renovables.
Este emprendimiento, que desarrolla junto a su esposa y sus dos hijos, calza armónicamente con la agricultura biodinámica, que evita la incorporación de fertilizantes de origen químico, sintético o componentes derivados del petróleo.
"Hemos comprobado que es posible convivir en armonía con la naturaleza, pero para que esta simbiosis tenga un efecto permanente, es necesario contar con procesos productivos limpios, que dan productos con una alta concentración y cultivos con abundantes cosechas”, asegura Viscarra, quien renunció a su trabajo como ingeniero electrónico por seguir este sueño.
La búsqueda de una vida natural que ayudara a preservar el medio ambiente motivó a este boliviano a desarrollar una vivienda tipo iglú en un terreno de 35.000 hectáreas, situado en medio de un paisaje árido y agreste, donde, desde hace unos meses, estableció los cultivos de la caléndula.
Este producto fue desarrollado en Alemania hace más de un centenar de años, principalmente para hacer masajes a bebés. Sin embargo, en la última década fue ganando terreno en Sudamérica, donde se lo conoce como "el tesoro de la cosmética natural”.
Se sabe que el aceite de caléndula es recomendado para tratar las alergias cutáneas, quitar el escozor causado por las picaduras de insectos, desinflamar y regenerar tejidos, para curar quemaduras, varices, acné y verrugas, entre otros beneficios para anomalías en la piel.
Al conocer estas propiedades, Viscarra puso manos a la obra junto a su esposa Danitza, con quien se encarga del proceso de elaboración, desde el cultivo de las flores de Calendula Officinalis, para lo cual utiliza un sistema de riego eficiente en el que cada gota de agua es aprovechada por la planta.
"El agua es extraída desde nuestro pozo y subida hasta el estanque de acumulación con un sistema fotovoltaico de bombeo alemán, que trabaja todo el día mientras el sol ilumine, incluso si hay nubes”, explica.
Llegado el periodo de cosecha, los pétalos son recolectados a mano y posteriormente son deshidratados a la sombra en un secador solar elaborado por ellos mismos, que ayuda a conservar las cualidades inherentes de la flor.
Pasado este proceso, los pétalos se dejan macerar, se dejan en óleo durante dos meses y, finalmente, se procede al envasado de esta sustancia líquida y amarillenta.
Actualmente procesan 20 litros de aceite al mes, pero aseguran que tienen capacidad para producir hasta 100, dependiendo de la demanda.
Si bien el producto estrella es el aceite de caléndula, también elaboran una crema y un bálsamo labial utilizando como base la cera de abejas que proviene de cultivos en los que se evita el uso de antibióticos y se tiene un manejo respetuoso de las colmenas, dejando suficiente miel para que las abejas se protejan en el periodo de frío.
Viscarra afirma que les gusta mucho mantener la línea ecológica en todos sus emprendimientos, poniendo énfasis en la simplicidad de los procesos y el uso de energías renovables para evitar un impacto al ecosistema.
Inclinación por lo natural
Los productos a base de caléndula en un principio estaban destinados al uso familiar, en reemplazo a las cremas tradicionales; luego, como ocurre en los entornos agrícolas, empezaron a hacer trueques con amigos y conocidos que se encargaron de promover este emprendimiento, considerado como un producto local de la comuna rural en la que fueron acogidos.
Desde entonces vieron un creciente interés por este tipo de iniciativas, que les permitió contar con personas en diferentes ciudades del país que venden sus productos en círculos donde se valora lo orgánico y natural.
Además de las ferias locales y tiendas ecológicas de Chile, estos aceites se promocionan en el sitio web www.aceitedecalendula.cl, donde centralizan su stock y lanzan ofertas especiales para clientes y vendedores mayoristas.
"En un planeta con recursos limitados como el nuestro, donde hemos comenzado a evidenciar la vulnerabilidad del ser humano frente al poder de la naturaleza, muchas empresas y personas han comenzado a entender la necesidad de bajar los niveles de contaminación”, asevera el boliviano.
Con la mirada puesta en su propósito de vivir en armonía con la naturaleza, Ruddy Viscarra piensa en nuevos proyectos ecológicos que no sólo le permitan sustentar su hogar, sino que motiven a otros a llevar una vida diferente que, poco a poco, contribuya a bajar los altos niveles de contaminación en el planeta.

Implementan techos verdes y un sistema hidropónico solar

Sin lugar al descanso, Ruddy Viscarra actualmente trabaja en la construcción de un módulo de vivienda mínima con techo verde, que reemplaza el techo tradicional por uno vegetal; además, en el área de la alimentación diseñó un sistema hidropónico solar para cosechar verduras todo el año.
Esta última iniciativa se reproducirá en algunas viviendas de la comunidad chilena Quilitapia, para que sean administradas por la dueña de casa, que podrá abastecer a supermercados y fomentar la economía local.
Viscarra explica que el módulo de vivienda con techo verde es un prototipo de casa único o bipersonal que utiliza el techo como aislante térmico y acústico, y como área de cultivo de frutas, verduras o flores.
"Es útil para filtrar contaminantes y dióxido de carbono del aire, también es útil para la reutilización del agua de lluvia, filtrando los contaminantes y metales pesados del agua para ser consumida directamente”, argumenta.
Sobre el sistema solar hidropónico, afirma que fue diseñado para una zona que alcanza los 40 grados centígrados en verano y tres grados bajo cero en invierno. Hasta el momento 200 familias se sumaron a este proyecto financiado por el Estado.

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