domingo, 20 de febrero de 2011

María Vda. de Loza

Cerca de la entrada a Alasita, por la Avenida del Ejército, sector decanos, hay un puesto lleno de pequeños artículos fabricados a mano por María viuda de Loza. A sus 85 años continúa con el oficio que comenzó a los 14. “Una mujer siempre tiene que querer trabajar”, sentencia. De entre todos los artículos que vende en su puesto, tan sólo compra a terceros las máscaras. El resto (sombreros, ponchos, polleras …) los hace ella. Asegura que nunca ha tenido maestro que le enseñe: ha sido su habilidad y la tradición familiar las que la han convertido en una de las alasiteras veteranas. La bisabuela era sombrerera. “Antes todo el mundo llevaba sombrero pero, como ya nadie los usa, nos hemos decantado por hacer sombreros de Alasita”, explica su nieta, que la acompaña en el puesto. “El sombrero es lo que más me gusta”, dice María.

Entre las piezas que realiza a mano destaca la vestimenta de un muñeco (un Ken de su nieta): lleva un traje para bailar ch’uta, una de las danzas que más le cautivan junto con la de los incas. Desde niña ha sentido pasión por la costura, así que diseñar y coser los trajes no es trabajo, es diversión.

El oficio que desempeña desde hace más de 70 años es una tradición de cuatro generaciones: su mamá, ella misma, sus hijas y, ahora, sus nietas. Aunque reconoce que es complicado que los jóvenes continúen adelante con la creación y venta de productos en Alasita, feria que “mucho ha cambiado” desde que ella comenzó, lamenta. Hoy se observan peleas entre los vendedores, incluso dentro del sector decanos. El año pasado le pusieron el puesto en una calle apartada y apenas vendió artículos. Tras cambiar de directiva, María vuelve a vender en un buen lugar. “Este oficio es todo lo que tengo”, suspira.

Ya no hay artesanos, “todos agarran (intermediarios), ya no hay una obra así”, dice refiriéndose a los artículos de las vitrinas de su puesto, y añade: “Ahora todo es plástico y no hay una obra de arte como la que hacen los artesanos”. Lamenta que no se valore más la calidad de los objetos artesanales.

“Todos me felicitan cuando vienen a ver mi obra”, reacciona sonriente. Y esto es lo que más reconforta a esta artesana y veterana de las miniaturas.


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